- El sostenerla y no enmendarla obedece a la necesidad de mantener a toda costa las previsiones macroeconómicas con la finalidad de dar cobertura al presupuesto expansivo
Hace unos días, con sus declaraciones relativas a la previsión del Gobierno sobre el crecimiento de la economía española durante 2.021, la vicepresidenta del Gobierno ha sido capaz de sorprender a todo el mundo, incluso a la lógica.
Recordemos que en julio se nos dijo -como dato avanzado- que en el segundo trimestre del año el PIB inter trimestral había aumentado un 2,8%. Tras el festival pirotécnico montado por los propagandistas de La Moncloa, la vicepresidenta manifestó que dicho porcentaje confirmaba que, a final de este año, nuestro PIB superaría en un 6,5% al del año pasado, de acuerdo con la previsión gubernamental realizada en su día.
Ciertamente, lo manifestado entonces por Nadia Calviño parecía sensato. Partiendo del citado 2,8% que se nos avanzó como crecimiento habido en el segundo trimestre, alcanzar el 6,5% de aumento anual del PIB solo exigía crecer un 2% en cada uno de los dos restantes trimestres del año, tercer y cuarto.
Sin embargo, ahora el INE ha corregido el dato avanzado certificando que en el segundo trimestre la economía española creció al 1,1% en vez de al 2,8%, lo que modifica significativamente el escenario. Nada es igual para nadie, para nadie salvo para ‘Nadia’, pues la vicepresidenta ha declarado que, pese al bajonazo, su previsión de crecer a final de año al 6,5% sigue siendo realista.
Tal actitud obedece a la necesidad de mantener a toda costa las previsiones macroeconómicas con la finalidad de dar cobertura al presupuesto expansivo
Para hacernos una idea de las consecuencias que se derivan del dato real proporcionado por el INE, basta con saber que para cumplir con la previsión del 6,5% anual que mantiene el Gobierno, en los dos últimos trimestres del año, el PIB debería aumentar un 3% en cada uno. Es obvio para cualquiera que crecer un 3% es considerablemente más difícil que hacerlo al 2%, para cualquiera menos para ‘Nadia’. La titular de Economía se ha comportado como el personaje de Los novios de la torre Eiffel que ordenó poner en su tumba el siguiente epitafio: «No se rindió nunca ante nadie ni ante nada, ni siquiera ante la evidencia».
Más que probablemente, el sostenerla y no enmendarla de la vicepresidenta obedece a la necesidad de mantener a toda costa las previsiones macroeconómicas con la finalidad de dar cobertura al presupuesto expansivo que, por imposición de los podemitas, se está cocinando para 2.022. En realidad, estamos ante un nuevo episodio de la habitual rendición de Pedro Sánchez a las exigencias y órdagos que plantean los morados, con la aquiescencia sumisa de su vicepresidenta.
Lo hemos visto con motivo del nuevo aumento del Salario Mínimo Interprofesional. Ignorando los análisis del Banco de España, el Gobierno ha vuelto a decretar una nueva subida, prosiguiendo así la elevación de la barrera que dificulta el acceso a su primer empleo para los jóvenes, auténticas víctimas del decretazo del SMI. En este caso, ‘Nadia’ se quedó fuera de juego, pues tras negar durante meses la conveniencia de aumentar ahora el SMI, se enteró de la nueva subida por televisión. Pero, una vez enterada del hecho consumado a sus espaldas, guardó un sumiso silencio.
El lío de las pensiones
Y lo hemos vuelto a ver con el tema de las pensiones. Ya pareció arriesgado comprometerse a indexar asimétricamente las pensiones al IPC -sí a los aumentos, no a las disminuciones- por su peligroso efecto para las cuentas del sistema. Pero es que ahora, el ministro Escrivá anuncia su disposición a que algunas pensiones, curiosamente las que perciben los que no cotizaron o cotizaron en importes reducidos, aumenten por encima del crecimiento del IPC. Consideraciones de equidad al margen, la irresponsabilidad de esta propuesta está al nivel de su denigrante populismo. El efecto conjunto de lo ya decidido y de lo proyectado sobre nuestro déficit -es indiferente que por razones de maquillaje contable figure en uno u otro apartado de las cuentas públicas- va a ser demoledor. Pero hete aquí que, al respecto, nada ha dicho ‘Nadia’.
Llegados a este punto, es obligado preguntarse ¿Seguirá plegándose Nadia Calviño a validar lo que Podemos impone al Gobierno de Pedro Sánchez? ¿Hasta dónde está dispuesta a tragar? ¿Cuál es su límite?