Editorial ABC 25/01/14
· El PP ha decidido por fin pasar a la ofensiva y desmontar las falaces cuentas sobre las que el nacionalismo diseña su estrategia soberanista.
La suicida deriva independentista liderada por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, se sustenta sobre una serie de mentiras que no por ser más repetidas se convierten en verdad, propiciando así el engaño y la confusión entre la opinión pública catalana, tal y como acertadamente explicó ayer el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en la convención del PP de Cataluña. En primer lugar, los nacionalistas ocultan que su delicada situación financiera no deriva del inexistente expolio fiscal del resto de España que tanto denuncian, sino que, muy al contrario, es consecuencia directa de la nefasta política llevada a cabo tanto por CiU como por el anterior tripartido.
No por casualidad, Cataluña acumula la mayor deuda autonómica, con casi 54.000 millones de euros al cierre del tercer trimestre de 2013, al tiempo que registra uno de los déficit públicos más elevados del país, además de incumplir, año tras año, los objetivos fiscales marcados por el Gobierno. Lejos de sanear sus insostenibles cuentas públicas, Mas se negó a reducir un ápice su sobredimensionada administración paralela, sembrada de innumerables entes y organismos inútiles, mientras castigaba a los catalanes con subidas de impuestos muy superiores a las del resto de españoles. La ruinosa gestión de Mas situó a la Generalitat al borde de la quiebra, disparando, como es lógico, la desconfianza de los inversores.
Como consecuencia, el mercado cerró el grifo de la financiación a Cataluña, y fue el Gobierno central, con el dinero de todos los españoles, el que tuvo que acudir en su auxilio para abonar las facturas a sus proveedores y sufragar sus servicios públicos. El Estado ha inyectado algo más de 30.000 millones de euros a las arcas catalanas, una vez sumados los 7.000 millones que recibirá este año del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Y ello, sin contar los miles de millones prestados a sus cajas de ahorros. Conviene recordar que Catalunya Caixa ha protagonizado el mayor agujero financiero de la crisis, con 12.000 millones de euros, pese a ser casi cinco veces más pequeña que Bankia.
Asimismo, en materia de financiación, los nacionalistas maquillan las balanzas fiscales a su antojo, empleando el método que más les conviene para tratar de justificar su manido e irreal lema de «España nos roba». De ahí, precisamente, la necesidad de articular un nuevo mecanismo de cálculo, capaz de reflejar de forma objetiva y transparente la inversión pública que destinan las administraciones a cada ciudadano y no a los territorios, como bien avanzó Montoro. Por último, Mas se cuida mucho de explicar a los catalanes que su utopía independentista, más allá de violar explícitamente el marco jurídico y constitucional, supondría un empobrecimiento de la población del 30 por ciento, además de la expulsión del euro y la UE. El nacionalismo catalán se sustenta en toda una retahíla de engaños y falacias para ocultar la pesadilla que, en realidad, esconde su proyecto separatista. Las mentiras de Mas, simplemente, no resisten el más mínimo análisis.
Editorial ABC 25/01/14