Ignacio Ruiz-Quintano-ABC
- «Este hombre será el que malogre, deshaga y esterilice la gran fuerza sentimental y política que en las pasadas elecciones pusieron en pie las verdaderas derechas españolas»
Las derechas españolas siempre son cosa de mocitos felices, y para no hablar de los de ahora, que pueden molestarse, hablaremos de los treintañones.
El mocito feliz de los 30 es un catedrático salmantino, Gil Robles, «el hombre de la Táctica», revelado y hecho («gran dialéctico», «hábil polemista») en la oposición de las Constituyentes, aunque al Caballero Audaz le parece «uno de esos prestímanos de plazuela que juega con dos barajas».
-Discreteos, habilidades, diplomacias de antesala y componendas de pasillos.
¿Eso es una Táctica? Bueno, para los republicanos arrepentidos hace el elogio de la bandera bicolor (la tricolor, con pretendido homenaje morado a Castilla, es lerrouxista, «para significar su nacionalismo integral frente a los separatistas catalanes») y de las mujeres con crucifijo. La campaña del 33 lo convierte en El Jefazo. ¿Monárquico o republicano? Nadie lo sabe. «Todo para el Jefe», es su lema. Crea un ‘comité de enlace de derechas’ y se erige en su dictador. Veta a Lequerica, a Calvo-Sotelo, a Primo de Rivera… Tampoco quiere escritores: «Nada de literatos; lo echan todo a perder». Su sueño es encarnar la derecha de la República, alternándose con la izquierda galante y formularia de Azaña. Al verse sorprendido por la avalancha electoral, canta la gallina. En la misma madrugada del 19 de noviembre, Carretero es testigo de cómo el mocito feliz frena el triunfo. Le aterra una derrota completa de los socialistas en Madrid, y retira figuras y escatima propaganda para, arrojándoles como carnaza unas actas, ganarse la benevolencia de los revolucionarios. Como guinda de su oportunismo, coloca a Lerroux (un Pablemos de derechas) en el gobierno. No cumple ninguna de las premisas de su propaganda electoral.
-Acordaos de esta profecía -escribe Carretero antes de que todo pase (¡y pasó!)-: este hombre será el que malogre, deshaga y esterilice la gran fuerza sentimental y política que en las pasadas elecciones pusieron en pie las verdaderas derechas españolas.