Juan Pablo Colmenarejo-Vozpópuli
El ajuste de las cuentas públicas va a ser, otra vez, una condición política de Europa al Gobierno de España
Nada es gratis. El dinero de la Unión Europea “no va a ser un cheque en blanco”, palabra de Borrell. España bajó la persiana el pasado 15 de marzo y nada será como antes. Lo de la ‘nueva normalidad‘ es solo un sintagma bonito como el Gobierno. Borrell no es un facha peligroso asaltagobiernos. Simplemente es un adulto sin sitio en una política española controlada por adolescentes. El comisario de Asuntos Exteriores de la Unión Europea explicó a sus señorías, sentado junto a nuestro jefe de reconstrucción López, que habrá condicionalidad. Que no hay suecos, daneses o finlandeses dispuestos a pagar sin ver la factura. No habrá ‘hombres de negro’ pero sí quedará claro y por escrito, negro sobre blanco.
En la película de Costa Gavras, ‘Comportarse como adultos‘ (‘Adults in the room’ 2019), se recrean las horas más duras de la negociación de la Troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) con el Gobierno anti-euro de la extrema izquierda griega Syriza, en coalición, que no se olvide, con un partido nacionalista de derecha dura. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, le recuerda a su colega Yanis Varufakis que “las deudas se pagan”. Fue en 2015, no hace tanto tiempo.
El gobernador del Banco de España detalló con pelos y señales ante la misma comisión del reconstructor López los males y los remedios. Lo que se ve y lo que nos va a pasar
A España y a Italia les van a dar el mismo mensaje. Tal vez más suave, pero en el mismo sentido. Habrá dinero durante dos años (2021-2022) para pagar todos los costes de la epidemia. A cambio, la economía española debe modernizarse para que sea la última vez que cualquier tipo de crisis deja este país para el arrastre. España a la intemperie. A pesar de nuestras fortalezas, que las tenemos, cada vez que sopla en contra parecemos un chamizo sujeto con alambres. Como en la película de Gavras, se necesitan adultos en la sala, o por lo menos que se comporten como tales. Sánchez debería sentarse en una bien amplia con el gobernador del Banco de España, Hernández de Cos y sus 75 folios, que, a diferencia de los tiempos de Rodríguez Zapatero con Miguel Ángel Fernández Ordoñez (MAFO), no tiene en la mesilla de noche el mismo carné de partido que el presidente del Gobierno. MAFO hacía política y Hernández de Cos no está interesado en la materia sino en formular un diagnóstico cierto y un pronóstico ajustado a su condición y responsabilidad.
El gobernador del Banco de España detalló con pelos y señales ante la misma comisión del reconstructor López los males y los remedios. Lo que se ve y nos va a pasar. Lejos de edulcorar e incluso ser agorero, empleó un tono templado y a la vez sereno. Su firmeza y categoría sobresalían en la sala. Un funcionario del más alto nivel estaba cumpliendo con su obligación de defender el bien común diciendo la verdad que traía por escrito.
Subida de impuestos
¿Quién hará caso al gobernador del Banco de España? Silencio en la sala. Cuando un funcionario de la élite como Hernández de Cos se refiere a reformas estructurales habla en serio. La urgencia no es mera retórica. Si España se pone ya a la tarea, por ejemplo, con el agujero sistémico de las pensiones, ya estará lanzando un mensaje de propósito de enmienda. El gobernador propone sujetar al sector privado como sea, es decir, a los futuros ingresos del Estado. Hay que prolongar los ERTE y financiar a las empresas para que no mueran. Y por supuesto reordenar el gasto público y conseguir después que la recaudación de impuestos sea eficiente. No descartó subidas, incluidas la del IVA, sin olvidar IRPF y Sociedades.
Los recortes volverán, con o sin el binomio Sánchez-Iglesias. De hecho, ya se están produciendo con las dificultades que está teniendo el Gobierno para pagar los ERTE. Los bancos están adelantando el dinero. La deuda pública es un pozo que tiene fondo, aunque algunos en el Gobierno piensen lo contrario. Si queremos tener un Estado del bienestar habrá que pagarlo y para ello es necesaria una economía más moderna y liberalizada que proporcione los ingresos además de crear más riqueza. Las previsiones del Banco de España y las más recientes del Fondo Monetario Internacional ponen a España a la cabeza de la caída de Producto Interior Bruto y del déficit público con un paro recrecido por la temporalidad, lo de siempre.
Sánchez no se enfrenta al teatrillo de la sesión de control en el Congreso sino a gobiernos, muchos de ellos socialdemócratas, es decir, progresistas, que no se fían de quien incumplió ya el déficit en 2019
El ajuste de las cuentas públicas va a ser una condición política al Gobierno de España, otra vez. No lo escribirán en un memorándum como en el rescate parcial de 2012 -para tapar el desastre político en la gestión de las cajas de ahorro- pero se lo harán firmar a Sánchez en un acuerdo global de los socios europeos. Si Nadia Calviño es presidenta del Eurogrupo no nos llegará más dinero sino mejor negociado. Los adultos empiezan a sentarse en la sala. Sánchez no se enfrenta al teatrillo de la sesión de control en el Congreso, sino a gobiernos, muchos de ellos socialdemócratas, es decir, progresistas, que no se fían de quien incumplió ya el déficit en 2019 con la economía creciendo. La política adolescente española no cabe en ninguna sala común europea donde “las deudas se pagan”.