Me parece que Rajoy y Antonio Basagoiti hacen lo que tienen que hacer, por responsabilidad, preservando la sintonía en el común objetivo de acabar con ETA y apoyando la operación de desintoxicación nacionalista en Euskadi. Eso está en el terreno de las obligaciones de un partido con responsabilidades de Estado, las que tiene y las que va a tener. La devoción es otra cosa.
Ayer en el Congreso de los Diputados volvió a escuchar el señor Zapatero que el Gobierno juega con dos barajas en el espinoso asunto de Bildu. Es cierto si le quitamos esa carga peyorativa que supone engañar con una de las dos. No es el caso. No hay doble juego pero sí es verdad que se juega con dos bazas tan distintas como la obligación y la devoción. Las dos cuentan en todas las esferas de la vida. Y en la política, más todavía.
Todo esto quedó claro cuando el diputado de UPN, Carlos Salvador, no logró que el presidente dijera ayer en la sede parlamentaria si comparte o no comparte la sentencia del Tribunal Constitucional que permite participar en las elecciones del 22 de mayo a candidatos de la izquierda abertzale encajados como independientes en las listas de una coalición electoral con dos partidos políticos legales.
Zapatero pidió respeto para el Tribunal Constitucional pero no dijo si estaba de acuerdo con la sentencia. No hace falta. Naturalmente que sí. Lo cual es perfectamente compatible con el hecho de haber procurado la anulación de las 254 listas de Bildu a través de la Abogacía del Estado. ¿El Gobierno activa los resortes legales para frenar a Bildu siendo partidario de impulsarla? Afirmativo. En el lenguaje cotidiano hablaríamos de obligación y devoción como resortes distintos de la voluntad.
Obligación y devoción
Trasládese el argumento a la posición del PP en el debate desencadenado por la participación de los amigos de ETA en las próximas elecciones municipales y forales del País Vasco y Navarra. El discurso del partido de Mariano Rajoy es de nítida discrepancia con la sentencia del Tribunal Constitucional, con la participación electoral de la Batasuna blanqueada y, por supuesto, con las posiciones de Moncloa. Pero todo eso no le impide ir de la mano del Gobierno en la impugnación legal de Bildu.
Más que eso. El partido de Rajoy despotrica contra el Gobierno, insinúa que se entiende con ETA por debajo de la mesa (Mayor Oreja insiste y nadie le desautoriza) con alguna colaboración especial del ministro Rubalcaba (caso Faisán, ayer, de nuevo, en la sesión de control), le acusa de dedicarle una mirada distraída al etarra que hace apología de Bildu a la puerta de la cárcel y le presiona para llevar el caso Errandonea al Tribunal Supremo como prueba del vínculo de ETA con la coalición.
Vale. Todo eso por la mañana. Pero por la tarde proclama con igual convicción que no tiene la menor intención de romper el pacto antiterrorista con Moncloa ni el singular apoyo del PP al Gobierno vasco del socialista Patxi López. ¿Dos barajas? Ustedes dirán. Yo prefiero hablar de obligación y devoción, como en el caso de los socialistas.
Me parece que Rajoy y Antonio Basagoiti hacen lo que tienen que hacer, por responsabilidad, preservando la sintonía en el común objetivo de acabar con ETA y apoyando la operación de desintoxicación nacionalista en Euskadi. Eso está en el terreno de las obligaciones de un partido con responsabilidades de Estado, las que tiene y las que va a tener. La devoción es otra cosa.
Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 12/5/2011