Jorge Sanz Casillas-El Debate
  • Si para salvar una investidura y cuatro decretos sobre bonobuses le han sacado una amnistía, un cupo fiscal y las competencias en materia de inmigración y fronteras, ¿qué no daría Sánchez por salvar a su familia?

Lo hemos dicho en alguna ocasión: a Pedro Sánchez le gusta presumir de ser el primero en muchas cosas. El primero en ganar una moción de censura, el primero en presidir un Gobierno de coalición (yo lo llamaría de sumisión), el primero en arrodillarse ante el separatismo… Pero también es el primero en tener a su mujer y su hermano imputados, el primero en abrir a Bildu las puertas de la Moncloa, el primero en gobernar España desde una derrota electoral, usando sus 121 escaños como si fueran 180. Todo un hito del parlamentarismo. De decreto en decreto y de cesión en cesión, está poniendo el país del revés contra el sentir mayoritario de los españoles. Y así se lo recordarán.

De acuerdo con la encuesta que publicamos hoy, el 68 % de los ciudadanos cree que los casos de presunta corrupción que cercan a Sánchez le pasarán factura electoral, aunque la mitad de ese porcentaje reconoce a su vez que tendrán «poco impacto». Ya sabes: las televisiones al rojo vivo y esa costumbre tan española de vivir las siglas como si fueran simpatías deportivas, cosa que nunca entenderé. A mayores, el 63 % de los españoles considera que Sánchez agotará la legislatura, lo que supondría un ejercicio de supervivencia pero sobre todo una novedad, pues nunca antes lo había hecho. Cuando largó a Rajoy disolvió Cortes (aunque se hizo el remolón) y en la legislatura siguiente nos mandó a elecciones en verano justo antes de que reventara el caso Ábalos.

Confieso que me encuentro en ese 63 % y que discrepo de algún analista de este periódico que estaba (o está todavía) convencido de que Sánchez no llega a verano. Yo creo que, salvo que le graben pegando tiros al techo del Congreso o asaltando un furgón de Prosegur, el hoy presidente agotará la legislatura como sea. Y lo hará por dos razones. Primero porque las encuestas le pintan aún peor que en 2023 (atento a la que publicará mañana este periódico) y después por una cosita que se llama aforamiento. Para sobrevivir, ya no digo electoralmente sino personal y procesalmente, Pedro Sánchez necesita del poder. Solo desde el poder se puede cambiar la ley de enjuiciamiento criminal para que sean los fiscales los que instruyan las causas judiciales. Y solo desde el poder se puede aprobar una norma como la ley Begoña para tocar con efecto retroactivo la figura de la acusación popular y salvar el pellejo de su familia, no vaya a ser que salgan condenados de aquí a unos años y no haya un Conde-Pumpido dispuesto a rescatarlos.

Así que mucho me temo que el plan es ese: que corra el tiempo. Esperar a que cambien las encuestas. Esperar a que le aprueben todos estos cambios legales a imagen y semejanza de su mujer, su hermano y su fiscal general. Y esperar a que el separatismo se cobre el precio que quiera por ello. Si para aprobar una investidura y cuatro decretos sobre bonobuses le han sacado una amnistía, un cupo fiscal y las competencias en materia de inmigración y fronteras, ¿qué no daría Sánchez por salvar a su familia?