VICENTE VALLÉS-LA RAZÓN
- Hay algo que anima a los ciudadanos a desear que haya cuantas más elecciones, mejor. Es la pasión de los gobernantes por hacer regalos a los votantes, antes de que acudamos a las urnas.
Sin embargo, hay algo que anima a los ciudadanos a desear que haya cuantas más elecciones, mejor. Es la pasión de los gobernantes por hacer regalos a los votantes, antes de que acudamos a las urnas. El PP adquirió desde los tiempos de Aznar la costumbre de prometer en campaña una bajada de impuestos. Y, cuando llegaba al poder, esa rebaja fiscal solía realizarse justo un año antes de que se convocara de nuevo a los electores, para que tuvieran fresco en su memoria el recuerdo del dinero de más del que disfrutaban en su nómina.
Esta semana, a pocos días de las elecciones en Castilla y León, el Gobierno anuncia una inminente subida del salario mínimo interprofesional, aplicable con carácter retroactivo desde el 1 de enero. También, una ayuda de mil millones de euros a la agroindustria. Y pone en marcha un informe sobre despoblación, una de las claves de la campaña, junto con un plan para digitalizar el sector primario. Además, Moncloa ha decidido retirar la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores, apenas una semana después de forzar su aprobación en el Congreso, con un decreto en el que incluía una paga para los pensionistas. Moncloa temía perder si solo se votaba sobre la mascarilla, sin existir ningún informe científico que la recomiende al aire libre.
El domingo se abrirán las urnas en Castilla y León. Pero, por suerte, pronto vendrán más elecciones y disfrutaremos de nuevas dádivas.