Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 10/3/12
La izquierda abertzale y ETA han venido a coincidir curiosamente en dar una vuelta de tuerca a sus exigencias. Podrían entenderse, en una primera lectura, que supone, por ambas partes, una reacción crítica al control de los tiempos adoptado por Mariano Rajoy, cuya elocuente ralentización desinfla el ritmo que parecía avivarse tras los acuerdos de la Conferencia de Aiete. Y, además para avivar los temores, el Parlamento se debate en la duda sobre cómo darles voz. Por todo ello resultaría fácil de explicar que Batasuna amenace aPatxi López con el fantasma de las elecciones anticipadas, de las que lógicamente el Gobierno vasco huye, y que ETA desempolve su histórica reivindicación de que Madrid y París tienen que ponerse a negociar.
Con todo, la realidad no ofrece dos mundos antagónicos, pero sí dos velocidades muy distintas. Cabe convenir que existe una fundada voluntad política para que salga adelante la ponencia sobre el futuro escenario de paz en Euskadi muy por encima de la foto de desencuentro del pasado jueves. De hecho, sólo el vértigo del PP -perfectamente recuperable, sin embargo, a corto plazo- impidió el consenso bastante cocinado de entrada. Otra cosa bien distinta es que venga a saciar la exigencia soberanista. Si sirve de precedente, los abertzales no han dudado en elevar el listón en la primera oportunidad que los demócratas les brindaron en el propio Parlamento. Quizá resulte más preocupante apreciar la incomidad que les provoca la curiosidad periodística sobre cuándo van a pedir a ETA que se disuelva.
En ese mismo hábito de actitudes históricamente asociadas al entorno de Batasuna podría situarse la petición de la banda terrorista al Gobierno francés para que se siente a negociar, y que, al conocerse, parecía como si estuviese destinada a robar el protagonismo mediático a la apuesta política que el lehendakari había formulado sobre cómo armonizar en Euskadi un futuro en paz. Con todo, es posible que en la renovada exigencia de ETA haya influido la comprensión hacia sus presos que el atormentado Nicolas Sarkozy hizo en su visita a Bayona, plagada de protestas y de policías, aunque toma cuerpo en un momento político tan poco propicio para estos debates como es el tiempo electoral.
Sin embargo, en esa incesante búsqueda de soluciones, no deberían caer en saco los elocuentes datos que ofece el último sociómetro y que reflejan una abrumadora coincidencia de la sociedad en favor del reagrupamiento de los presos etarras. Siete de cada diez vascos están de acuerdo en facilitar la reinserción de los presos de ETA que renuncien a la violencia y apoyan su acercamiento a cárceles del País Vasco. Fácil de entender, vaya.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 10/3/12