Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 8/2/12
La habilidad de Rubalcaba: incorporar a Griñán y dejar fuera a Gómez, aliados un día y enfrentados al siguiente
El PSOE se encuentra esta semana menos dividido de lo que estaba el sábado, aunque en su seno subsistan diversos conflictos internos. Son conflictos que se arrastran desde hace tiempo y que son ajenos a la elección de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general.
La candidatura de Carme Chacón concitó apoyos de diversos sectores del PSOE, pero no representan una tendencia organizada ni estructurada. Fue una confluencia circunstancial en torno a una persona, pero una vez resuelta la elección que la motivó, ese movimiento está llamado a diluirse. No existe el chaconismo como una corriente con cierta coherencia ideológica que le asegure la perdurabilidad a lo largo del tiempo, como ocurrió en el pasado con el guerrismo. Y tampoco se pueden presentar como herederos naturales del zapaterismo porque Rubalcaba se ocupó en el congreso de Sevilla de reivindicar la figura del ex presidente, aunque sea para volver a la socialdemocracia clásica, alejándose de lo que representó Zapatero. En el País Vasco hizo algo parecido: reivindicó la política de diálogo con ETA de Jesús Eguiguren y le dio palmadas en la espalda, pero pasó a hacer una política antiterrorista absolutamente distinta y, desde luego, más eficaz.
Una vez elegida la nueva ejecutiva, las cartas del mazo se han barajado de nuevo y los que el sábado estaban en la misma partida, el domingo dejaron de estarlo. Un episodio demuestra la habilidad del juego de Rubalcaba al formar la ejecutiva: es la discrepancia entre el nuevo presidente del PSOE, José Antonio Griñán, y el líder del PSM, Tomás Gómez, acerca del carácter integrador de la nueva dirección. Griñán y Gómez habían compartido intereses el sábado, pero se enfrentaban en público al día siguiente. El nuevo secretario general, al incorporar a uno a su equipo y dejar al otro fuera, rompió posibles confluencias entre los que se habían opuesto a su candidatura y enfrentó a los aliados de la víspera.
Para consolidar su liderazgo, Rubalcaba tiene de su lado el tiempo y el poder. Zapatero llegó a la secretaría general teniendo menos influencia dentro del PSOE de la que tiene de partida su sucesor, pero el poder del cargo le permitió asentar un liderazgo fuerte.
Las divisiones provocadas por el congreso se atenuarán en poco tiempo, aunque subsistirán las que ya existían con anterioridad. El PSOE andaluz es desde hace tiempo escenario de enfrentamientos entre facciones que ahora se mantendrán, tal vez con sordina, por la proximidad de las elecciones, pero que reaparecerán con toda su crudeza si el PP de Javier Arenas se alza con la victoria. Será tiempo de ajustes de cuentas. En Madrid, el liderazgo de Tomás Gómez estaba cuestionado desde antes y no va a dejar de estarlo. Al contrario, puede que la victoria de Alfredo Pérez Rubalcaba aliente a los que quieren moverle la silla al secretario general madrileño.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 8/2/12