EL CONFIDENCIAL – 10/07/16
· ETA deseaba un final pactado y con concesiones como el que logró el IRA, pero ha sido desmantelada sin un solo logro y su respaldo político se está hundiendo en las urnas.
ETA soñaba con un final como el que pactó el IRA en 1998 en el Acuerdo de Viernes Santo, con una larga lista de concesiones políticas a cambio del abandono de las armas que incluía un proceso guiado por observadores internacionales, la desmilitarización de Irlanda del Norte, la creación de órganos políticos bilaterales y la instauración de una Asamblea Legislativa para el Ulster. ETA copió los pasos de sus colegas norirlandeses buscando el mismo resultado. Declaró una tregua en 2010 y un año después anunció el cese definitivo de la violencia, siguiendo la hoja de ruta del IRA. Pero seis años después de iniciar el proceso, la organización terrorista no tiene claro cómo disolverse y, lo peor para sus intereses es que no parece importarle a nadie cómo lo haga. Que vaya a conseguir algo a cambio por echar la persiana ya solo depende de que el Gobierno de turno encuentre rentabilidad política en hacerlo.
Oficialmente, la banda no ha muerto. Fuentes de la lucha antiterrorista aseguran que aún hay una decena de terroristas en Francia, aunque su papel es casi testimonial. La Guardia Civil la dejó al borde de la extinciónen septiembre de 2015 cuando detuvo a Iratxe Sorzabal, David Pla y Ramón Sagarzazu en un caserío de la localidad francesa de Saint-Étienne-de-Baïgorry, a pocos kilómetros de la frontera de Navarra. ETA ha admitido que formaban parte de su equipo negociador, pero el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha dejado claro con un aluvión de gestos que no tiene intención de sentarse a la mesa con una organización terrorista moribunda. El primer mensaje lo había mandado en 2013, cuando no envió ningún representante a Oslo (Noruega) para encontrarse con los portavoces designados por la banda.
ETA aspiraba a un final similar al de los irlandeses del IRA pero la realidad ha sido implacable con la banda.
En febrero de 2014, ETA decidió deshacerse de un lote de armas para presionar al Gobierno a negociar. Pero la maniobra terminó volviéndose en su contra, después de lograr la máxima expectación. El supuesto arsenal que eliminaba apenas estaba compuesto por cuatro armas de fuego y 16,5 kilos de materiales para desactivar explosivo. La banda había cuidado la escenografía y consiguió el respaldo de los verificadores internacionales, pero su desarme cabía en una caja de cartón y los observadores admitieron luego que ni siquiera se la llevaron.
La banda esperó a que las urnas arrojaran el pasado 20 de diciembre un interlocutor más favorable en la Moncloa que les permitiera disolverse sin transmitir que sus 50 años de actividad y sus más de 850 asesinatos no habían servido para nada. Sin embargo, las elecciones no mejoraron su escenario. ETA aprovechó el lapso hasta los comicios del 26 de junio para que su brazo político, Sortu, aprobara una nueva estrategia, Abian, que supuestamente apuesta por un proyecto más inclusivo, transparente e ilusionante, y acoger con los brazos abiertos al único líder carismático que le queda, Arnaldo Otegi. Tras salir de prisión en marzo, abanderó en Sortulos cambios marcados por Abian. En abril, la organización terrorista emitió un comunicado a través de ‘Gara’ en el que se aseguraba que continuaba con las labores de sellado e inventariado de armas y que ya tenía otro lote preparado para ser entregado a los verificadores.
ETA pospuso de nuevo la entrega hasta conocer qué Gobierno salía de lasurnas el 26-J. El resultado tampoco fue concluyente, pero dejó en una posición más reforzada al Partido Popular y casi todas las opciones de formar una mayoría pasan ahora por la mesa de Mariano Rajoy. El tablero sigue siendo poco propicio para que la organización terrorista consiga algo a cambio de desprenderse de las armas.
No es el único motivo de que hayan transcurrido tantos meses desde la entrega fallida de 2014. Fuentes de la lucha antiterrorista aseguran que ETA ha tenido serios problemas operativos para poder reunir su arsenal e iniciar los pasos para neutralizarlo. Ese sería el principal cometido que ha estado desarrollando en los últimos meses la decena de etarras que integra su estructura. El primer contratiempo ha sido, según las fuentes consultadas por El Confidencial, localizar los zulos que todavía no habían sido intervenidos. Todos los últimos jefes del aparato logístico están en la cárcel. La Guardia Civil detuvo a seis miembros de esa sección en mayo de 2013 y la policía francesa detuvo a otros dos responsables de ese mismo aparato en julio de 2015.
Lo poco que queda de ETA ha tenido que esforzarse para conseguir que los presos que sabían dónde estaban escondidas las armas y los explosivos les proporcionaran esa información. Y, una vez que tenían los datos, tenían que localizar el material, perdido habitualmente en lugares de difícil acceso y poco reconocibles.
La banda terrorista tiene problemas incluso para localizar el paradero de sus arsenales y tener acceso a los mismos por las dificultades que entrañan.
El segundo gran problema que ha retrasado la entrega de armas, además de los factores políticos, es el temor a que se produzcan nuevas detenciones. Los etarras que han quedado en libertad desconocen qué zulos pueden estar siendo controlados por las fuerzas de la lucha antiterrorista y han tenido que dedicar tiempo a labores de contravigilancia para asegurarse de que no eran arrestados cuando se acercaban a uno de ellos. Las detenciones del pasado septiembre en Francia probaron la determinación de las Fuerzas de Seguridad por estropear el guion de la banda.
Mientras tanto, el tiempo juega en contra de ETA. Las elecciones del 26-Jno solo dejaron un panorama político poco favorable en Madrid. También corroboraron el hundimiento de la izquierda ‘abertzale’. Amaiur logró en las generales de 2011 más de 280.000 votos y seis diputados en el País Vasco. Sin embargo, la coalición, refundada con el nombre de Bildu, bajó hasta los 183.000 votos en las generales del pasado diciembre y únicamente obtuvo dos diputados. Y el pasado junio se consumó su fracaso, dejándose otros 30.000 votos en las tres circunscripciones vascas. Otegi desembarcó en marzo con el objetivo de relanzar a la izquierda ‘abertzale’, pero el 26-J solo selló la catástrofe.
Lejos quedan los 360.000 votos que logró Herri Batasuna, el partido predecesor de Sortu, en las europeas de 1987. Eusko Alkartasuna, que también formaba parte de Amaiur y Bildu, llegó a conseguir en el País Vasco más de 86.000 votos en las generales de 2000. Y Aralar, integrante del mismo modo de la coalición ‘abertzale’, logró 29.000 votos en las generales de 2008. Los datos pertenecen a comicios y momentos distintos pero demuestran la debacle que ha experimentado en los últimos años el respaldo social a la violencia de ETA e incluso a la dialéctica radical para terminar con ella.
Paradójicamente, la mayor amenaza de Sortu procede de un espectro ideológico colindante.Podemos consiguió el 26-J convertirse en la primera fuerza de Euskadi con 333.730 votos y seis diputados. Parte de una visión de la sociedad similar a la de Bildu y, aunque no comparte la apuesta por la independencia, defiende el derecho a decidir de la sociedad vasca. Transmite ilusión y voluntad de cambio frente al discurso nacionalista y de confrontación de Sortu, y está liderado por rostros nuevos, salidos de sectores ajenos al entorno asfixiante de ETA. De alguna forma, el fenómeno Podemos ha provocado que respaldar públicamente a Bildu sea en estos momentos tan atractivo como militar en Falange tras la Constitución de 1978. La extenuación provocada por medio siglo de violencia ha hecho el resto.
Sortu es consciente y está intentado adaptarse a la nueva fase con un programa más abierto. Ha creado grupos de debate por todo el País Vasco similares a los círculos del partido de Pablo Iglesias y ha renovado sus estructuras directivas. El nuevo puente de mando de la izquierda ‘abertzale’ está plagado de jóvenes. Con todo, Otegi se mantiene al frente de la antigua Batasuna y la vieja guardia sigue moviendo sus hilos. La estrategia dedinámicas, movilizaciones y protestas no ha experimentado grandes cambios. Y las perspectivas de Bildu para las autonómicas que previsiblemente se celebrarán este otoño no son las que esperaban sus líderes cuando Otegi cuando salió de la cárcel hace cuatro meses.
Una entrega de armas podría haber influido en el escenario político en otro momento. La capacidad de influencia actual de ETA es casi nula. Con todo, las fuentes consultadas aseguran que es probable que tenga la tentación de volver a reactivar el desarme con algún gesto antes de las autonómicas que avale la candidatura de Bildu. No le interesa posponer su disolución mucho más tiempo, incluso aunque no consiga cesiones del Gobierno. Las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) apuntan que ETA solo representa un problema para el 0,2% de los españoles. La banda no ha muerto, pero casi.
EL CONFIDENCIAL – 10/07/16