Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 4/2/12
El pueblo vasco se cree que ETA, por fin, no volverá a matar. Es una sensación mayoritaria que se desprende del reciente Euskobarómetro, pero también hay otras que en su cordón umbilical aportan la sensación de que Euskadi tiene muy claro cómo debe ser el nuevo tiempo de la paz. El dibujo uniría, incluso, dos extremos que parecen antagónicos porque responden a voluntades muy distintas ya que de un lado se aboga por el perdón a las víctimas de la banda terrorista por parte de quienes lo han causado y, de otro, al acercamiento de los presos.
En realidad, son conclusiones que deben entenderse como lógicas y justificadas muy por encima de posicionamiento ideológicos. Es una cuestión de establecer ya un punto de partida para una necesaria convivencia. Lógicamente que seguirá el debate abierto sobre el concepto de víctimas o sobre cuál debe ser el ritmo en la flexibilidad de la política penitenciaria, pero el mensaje que desprende el Euskobarómetro proyecta una sensación de acabar de una vez con ETA y sus circunstancias.
Bien es cierto que para encarar estas dos cuestiones tan sensibles no haría falta mesa alguna de partidos como viene a reclamar Brian Currin y su grupo de mediadores en su paso por Euskadi. Corresponde exclusivamente a quien se siente concernido. Otra cosa bien distinta es que cada parte exija contrapartidas para dar el paso adelante y ahí volveríamos a enredar el nudo. Hasta que se produzca, resulta más esperanzador quedarse con el significativo giro del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ahora más proclive a atender las exigencias en materia penitenciaria.
Mientras tanto, a la gente le duele la crisis. Es el auténtico conflicto social. Hasta ahora entendíamos aquí que el auténtico problema «lo tenía España». La escalofriante subida del paro en el mes de enero y las pesimistas perspectivas en cada uno de los tres territorios vascos esbozan un escenario patético del que hasta ahora parecíamos inmunes. Las previsiones de una temible recesión se han colado también en Euskadi. Y, además, en medio de una permanente sensación de que el actual Gobierno vasco no ofrece las garantías suficientes para que se pueda empezar a remontar el vuelo.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 4/2/12