ETA sabe que el robo llevado a cabo en Francia el pasado lunes tiene una dimensión política innegable y no lo puede ocultar diciendo que se trata de una tarea de abastecimiento. ETA está transmitiendo un mensaje claro sobre su voluntad de continuar la actividad terrorista, no sobre lo contrario.
En las últimas declaraciones públicas de ETA, las del pasado 26 de septiembre, la banda terrorista explicaba el alcance del cese de los atentados matizando que se reservaba «las habituales tareas de abastecimiento y las labores necesarias para mantener su estructura».
Tal vez haya quien interprete que el asalto cometido el pasado lunes en una empresa de material técnico necesario para la falsificación de documentos se encuadra en las previsiones etarras de mantener el abastecimiento. Con lo robado tal vez puedan confeccionar documentos de identidad o carnés de conducir falsos. Puede haber incluso a quien le parezca que no es tan grave.
El 20 de noviembre de 1999, con una tregua en vigor, ‘Txapote’ ordenó al comando Erezuma trasladarse a Eibar y robar una troqueladora. Con la misma lógica podría pensarse que, a fin de cuentas, aquel robo no era tan grave. La máquina sólo proporciona placas falsas para automóviles.
La cuestión es que la troqueladora se robó para utilizar sus matrículas en los automóviles empleados para cometer atentados cuando se decidieron a poner fin a la tregua y que los documentos falsos que puede manejar ETA sirven para realizar con seguridad muchas de las actividades necesarias que acompañan a una acción terrorista. Este tipo de actuaciones lo único que reflejan es la continuidad del grupo terrorista que estos días no comete atentados, pero que hace todas las tareas imprescindibles para estar en condiciones de cometerlos más adelante.
Los atentados son la expresión última y más dramática de una banda como ETA, pero antes de que estalle una bomba o se dispare una pistola ha sido necesario realizar una serie de movimientos previos sin los cuales, al final de la cadena, no habría un crimen. Y uno de esos movimientos previos es el contar con unas buenas falsificaciones de documentos. Gracias a ellos los etarras pueden pasar desapercibidos, alquilar viviendas, alojarse en hoteles, realizar determinadas compras, abrir cuentas bancarias como las que utilizaba Mikel Carrera, ‘Ata’, para sacar dinero a través de los cajeros y poder financiar su actividad cotidiana, etcétera.
Al margen de lo que supone este robo para el funcionamiento cotidiano de ETA, la actuación etarra tiene una dimensión política innegable. La banda lo sabe y no lo puede ocultar diciendo que se trata de una tarea de abastecimiento. Con el robo cometido en Bourg de Pèage, ETA está transmitiendo un mensaje claro sobre su voluntad de continuar la actividad terrorista, no sobre lo contrario.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 23/12/2010