Lorenzo Silva-El Debate
- Alejandro Magno masacró sin necesidad a la población de Gaza, desoyendo a Aristóteles
En cierto modo, la segunda lectura complementa e ilumina la primera. Recorre Beaton, con encomiable amplitud de miras y una vigorosa amenidad, el viaje íntegro de los griegos, desde los albores de su civilización hace tres mil quinientos años hasta hoy mismo. Un viaje del que la historia de la Nueva Roma, de los grecoparlantes que se llamaban a sí mismos ‘romioi’ y a los que en Occidente se da en llamar bizantinos, es sólo un capítulo, si bien central y de consecuencias profundas para la conformación de nuestro mundo, en todos los aspectos: desde la geopolítica al arte, pasando por la religión y la recepción del legado clásico.
Como bien destaca Beaton, un personaje como Doménikos Theotokópoulos, más conocido entre nosotros como el Greco, era un griego de esa Creta veneciana que en los siglos XVI y XVII fue crisol donde se fundieron los «ojos del universo» -así llamaban los de Constantinopla a sus imágenes sagradas-, los textos de Jenofonte o Aristóteles -que el pintor conocía, lo atestigua su biblioteca- y el hambre de belleza y razón que desde Italia se extendió por Europa y el mundo a partir del Renacimiento.
El impacto de los griegos en nosotros es mucho mayor del que damos en suponer: los Evangelios se escribieron en griego, la ‘lingua franca’ del territorio romano de Oriente donde surgió el cristianismo. Y la historia de los griegos, desde la cultura micénica hasta esa República Helénica que hoy -subraya Beaton- logra a diferencia de otros esquivar populismos y separatismos, está repleta de lecciones para nuestro presente y nuestro futuro. También con sus errores: el historiador recuerda, por ejemplo, cómo Alejandro Magno masacró sin necesidad a la población de Gaza. Desoía así a su maestro Aristóteles, para quien una mente divina estaba al alcance de cualquier individuo sin tener que matar, conquistar o destruir nada o a nadie. Una enseñanza que, como tantas otras, alguno sigue empeñado en ignorar.