Ramón Pérez-Maura-El Debate
  • Aquí se juntan varios factores lamentables. El primero es que el ministro se refiera a las lenguas de las autonomías como «oficiales» cuando sabemos que la Constitución establece una sola lengua oficial en España y reconoce como cooficiales en distintas comunidades las que allí sean oficiales

El martes, cinco horas después de que en Bruselas se desechara lo que Napoleonchu nos ha repetido varias veces que era su prioridad política, el convertir al catalán en un idioma oficial dentro de la UE, José Manuel Albares se dirigía a la nueva promoción de 28 diplomáticos españoles que estaban recibiendo sus despachos en presencia de S.M. el Rey, y les decía sin la menor vergüenza que «una de sus funciones será trabajar por conseguir la oficialidad de nuestras lenguas oficiales también en Europa».

Aquí se juntan varios factores lamentables. El primero es que el ministro se refiera a las lenguas de las autonomías como «oficiales» cuando sabemos que la Constitución establece una sola lengua oficial en España y reconoce como cooficiales en distintas comunidades las que allí sean oficiales. Pero para que el catalán fuese una lengua oficial en España, habría que empezar por cambiar la Constitución. Pero no parece que estemos en eso. Todavía. Falta que lo pida Puigdemont. Y un segundo factor lamentable es que el titular del antiguo Ministerio de Estado haya perdido el pudor de hacer política partidista con lo que queda de su Ministerio. Esta idea de llevar las lenguas territoriales a Europa no es compartida ni por PP ni por Vox. Entre otras cosas, en el caso del PP, porque sería el fin de la UE. Abriría la puerta a otro medio centenar de idiomas de minorías que potencialmente podrían convertirse en idiomas oficiales de la UE. Empezando por el ruso, que es el idioma de importantes minorías dentro de los Países Bálticos. Una Unión Europea con más idiomas de los que ya tiene es casi inviable, aunque no habrá más remedio que aceptar la cooficialidad de un idioma de cada país que pueda incorporarse. Si mañana se integrara Albania, un suponer, sería lógico aceptar el albanés. Pero ¿qué aportan a la UE el catalán, el gallego y el vascuence? Las regiones en que se habla estos idiomas ya tienen un idioma oficial en la UE. Y si no, habrá que proponer también la inclusión del bable.

Fracasados en el intento de lograr lo que era imposible, ahora la culpa es del PP. Por alguna razón que se me escapa, en esto no tiene culpa Vox que se ha opuesto exactamente igual que el PP. Y que también tiene en Europa gobiernos amigos con los que tiene sintonía, como es el caso de Hungría o Italia. Pero hoy solo toca descalificar al PP por ser coherente con sus posiciones políticas en esta materia cuya aplicación hubiera implicado un gasto de 132 millones anuales que los españoles en exclusiva aportaríamos a las arcas comunitarias para correr con este despilfarro perfectamente inútil. Su único objetivo es demostrar que el presidente del Gobierno español baila al ritmo que le marca Puigdemont.

La duda que me entra es cuánto tiempo más va a durar esta posición política de Junts. Sí, yo sé que ellos quieren seguir ordeñando la ubérrima vaca del sanchismo que da de sí lo que nunca dará nadie más. Pero, ante el electorado catalán, el principal beneficiario de esas cesiones no es Puigdemont. Lo es Salvador Illa, el de la Covid. Cada concesión que saca el prófugo se la apunta el ocupante de San Jaume. Así las cosas, no tengo claro si a Junts le va a compensar mantener el apoyo a Sánchez hasta 2027. Con un cambio de Gobierno no podrán sacar nada en Madrid. Pero les será más fácil hacer oposición en Cataluña. Y eso no es una cuestión menor.