Las malas compañías de Artur Mas

ABC 17/12/13
EDITORIAL

· De lo que tiene que preocuparse Mas es de las vinculaciones de algunos de los más conspicuos activistas de la Asamblea Nacional de Cataluña con ETA y Terra Lliure

Cada vez que se recuerda el interés estratégico de ETA y de la izquierda proetarra en los procesos soberanistas que se desarrollan en Cataluña, el nacionalismo catalán suele mostrarse indignado y apelar a su actitud contra la violencia terrorista. Esto último es cierto y los dirigentes de CiU tendrían razón en su queja si se les acusara de lo contrario. Pero la mera contemplación de la realidad demuestra que, en efecto, a ETA le interesan todos los movimientos políticos que tiendan a romper la unidad de España o, al menos, a socavar su estabilidad constitucional. Así lo hizo patente la dirección de la banda terrorista cuando en 2004 decretó, a instancia del entonces vicepresidente de la Generalitat y líder de Esquerra Republicana de Cataluña, José Luis Carod-Rovira, una tregua sólo para Cataluña (el «Pacto de Perpiñán»), que se cumplió a rajatabla, como aportación de los etarras al proceso de negociación del Estatuto catalán. Proceso negociador que corría paralelo al que mantenían el Gobierno socialista y ETA.
Pues bien, de lo que tiene que preocuparse Artur Mas es de las vinculaciones de algunos de los más conspicuos activistas de la Asamblea Nacional de Cataluña con ETA y Terra Lliure y con la izquierda proetarra. No en vano, la Candidatura de Unidad Popular –formación independentista radical– propuso a Arnaldo Otegi como experto para la Comisión Parlamentaria por el Derecho a Decidir. Esas vinculaciones, según ha podido conocer ABC, no son meramente ocasionales, sino que han consistido en relaciones directas con ambas organizaciones terroristas, imputaciones por manejo de explosivos o la aparición en papeles incautados a Josu Ternera. Por tanto, Artur Mas tiene de socio institucional a una entidad participada por personas que, por un pasado al que no consta que hayan renunciado, cuestionan el escrúpulo del nacionalismo gobernante hacia ETA. Si Artur Mas no quiere que se le confunda, lo mejor que puede hacer es no dar motivos a la confusión. La Asamblea Nacional de Cataluña, y su apéndice de la Agrupación de Municipios Independientes, están generosamente financiados con dinero público para ser la vanguardia de choque del separatismo en las calles y las ciudades catalanas.
Esta es la realidad del concierto entre nacionalistas que se dicen moderados y el extremismo separatista que domina el proceso de secesión de Cataluña. Es la realidad que da la razón al expresidente Aznar, quien ayer, en el VIII Seminario Luis Portero de Derechos Humanos, y sin equiparar el terrorismo de ETA con el proceso separatista en Cataluña, acusó al nacionalismo catalán de una «estrategia de destrucción, ciertamente distinta [de la de ETA], pero frontal e ilegal contra la convivencia».