TONIA ETXARRI-El Correo

El PNV no quiere quedarse en el limbo europeo, que es donde está Puigdemont

Hay otro camino. Sin renunciar a la ensoñación independentista. Ese es el mensaje que el PNV está queriendo instalar como ‘idea fuerza’ de su actitud pactista y legal frente al desvarío secesionista catalán. A golpe de realidad los nacionalistas vascos van marcando su territorio. Su falta de mayoría en Euskadi –ha necesitado alianzas transversales con los socialistas para impedir que el abertzalismo radical le disputara la hegemonía–, los sondeos que van reflejando la identificación mayoritaria de los vascos con el autogobierno, lejos de aventuras rupturistas, y la reacción detectada en el conjunto de la política española ante el intento de golpe a la Constitución desde el nacionalismo catalán, están ejerciendo de antídoto contra las tentaciones secesionistas en el caso del PNV.

Su proyecto para la reforma del Estatuto puso en guardia a socialistas y populares. La ponencia parlamentaria tiene aún mucho trabajo por delante. Pero su propuesta del ‘derecho a decidir’, la reivindicación de Euskadi como nación política y la reclamación de una relación bilateral con el Estado está siendo constantemente matizada por sus propios promotores. Porque el PNV ha visto en patio ajeno, después de haberlo experimentado en terreno propio durante la etapa de Ibarretxe, que la vía de la confrontación solo produce pérdida de músculo económico, deslocalización empresarial, desorientación política y desánimo social. Los resultados que acaba de desvelar el CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) de la Generalitat sobre el descenso de apoyo a la independencia es sintomático. En apenas tres meses la identificación con la separación de España ha caído al 40,8%; es decir, ha perdido 8 puntos en tan breve espacio de tiempo. Tampoco se le escapa que Europa, que ha dado la espalda al proceso catalán, considera a los nacionalismos como un elemento disolvente de la Unión. Y el PNV, aunque sus dirigentes se declaren independentistas, no quiere quedarse en el limbo europeo, que es donde está ahora justamente Puigdemont.

Su vuelta al pragmatismo es exactamente eso: un regreso a la garantía de la estabilidad después de haber visto «las orejas al lobo». Cuestión de estrategia. Quienes venimos levantando acta de la política de este país desde que se instauró la democracia, recordamos que el mismo Arzalluz –que tan pronto retaba al Estado como era ambiguo con ETA, se hacía un lío con la autodeterminacion diciendo que solo serviría «para plantar berzas» o apoyaba la investidura de Aznar– fue receptivo a la Constitución. En 1978 su grupo recomendó la abstención en el referéndum, pero a él, portavoz del PNV en las Cortes Constituyentes, le parecía la Carta Magna «más positiva que la de la República en muchos aspectos, y más concretamente el autonómico». Aconsejó acatarla. Sin ningún éxito. Porque llegó Garaikoetxea, que presidía el partido, y mandó parar.

Ahora, el PNV quiere seguir acomodado en el marco constitucional y estatutario. Sencillamente porque, hasta la fecha, le ha ido bastante bien. En la ponencia parlamentaria sobre el nuevo Estatuto, intenta mantenerse en el centro. Pero en esa búsqueda del equilibrio incurre en contradicciones. ¿Cómo se combina el derecho a decidir y la bilateralidad política sin traspasar el marco legal? Ortuzar intenta poner algodones en la herida. Que el sujeto político de Euskadi ya está reconocido en el Estatuto, dice. Si esto es así…¿a qué viene querer reformarlo?, se pregunta el PP, temeroso de que el PNV quiera ir vaciando la legislación española.

Pero el presidente del PNV sigue rebajando la expectativa y ayer en este periódico aseguraba que los conceptos de nacionalidad ya están incluidos «en la Constitución y el Estatuto». En el fondo sabe que poco más se puede elevar el techo del autogobierno. Por lo tanto, la reforma del Estatuto será casi cosmética. Pero tendrá que despejar la clave de este entuerto. ¿Dónde reside la soberanía: en el pueblo vasco o en el pueblo español, como indica el artículo 1 de la Constitución ?

Cuando se presente la reforma en el Congreso, el PNV necesitará aliados. En el PSOE y el PP. Ayer Zapatero, en el acto de homenaje que las juventudes socialistas le brindaron junto a Rubalcaba, Madina y la librería Lagun, emplazó al PSE a oponerse a cualquier apuesta independentista. Si el PNV comparte la idea de que la mejor Euskadi es «sin ETA y en paz con España» tendrá que trabajarse un amplio consenso primero en el Parlamento vasco.