Editorial en ABC, 13/6/2011
Es posible, aunque dramático, que ETA piense que una victoria electoral del PSOE debería formar parte de su tregua estratégica. Ojalá se equivoque.
ETA está demostrando con creces que sus treguas son decisiones al servicio de su estrategia. Por ahora, la tregua que anunció en enero de este año está rindiendo importantes beneficios a la banda terrorista. Bildu es la primera fuerza municipal en el País Vasco, Sortu será probablemente legalizada por el Tribunal Constitucional, la Ley de Partidos Políticos está debilitada, las instituciones judiciales se han dividido, la acumulación de fuerzas nacionalistas está en marcha, y enfrente tiene a un Gobierno precario y sin ideas claras. La eficacia policial en la detención de terroristas se ve así compensada con la expansión política de ETA en condiciones hasta ahora desconocidas. Nunca una tregua había sido tan rentable para ETA. Por eso, la ausencia de atentados hasta, por lo menos, las elecciones de 2012 es una manera de hacer virtud de la necesidad. El Gobierno está informado de que esta es la intención de los terroristas, centrados en mantener el equilibrio entre la conveniencia de apoyar las tácticas políticas de Bildu y Sortu y la necesidad de no acomodar a los ciudadanos en una situación sin «conflicto» que provoque un rechazo incontrolable a una reactivación de la violencia. ETA, recuérdese, no ha anunciado la entrega de las armas ni el fin de los atentados. Solo está en una tregua que apurará hasta conseguir sus objetivos políticos máximos.
Objetivos que está consiguiendo claramente. El acceso a las instituciones vascas se ha producido de forma masiva, con el Ayuntamiento de San Sebastián como bandera de esta nueva etapa. Ha adquirido un fuerza electoral que el PNV no puede ignorar y que, antes o después, acabará provocando una reagrupación nacionalista similar a la del Pacto de Estella, salvo que el PNV tema verse fagocitado por la izquierda abertzale. Y, lo que es más importante para ETA, ha conseguido que el Estado, a través del TC, y el PSOE, con su torpe discurso preelectoral, legitimen a un interlocutor político de la banda terrorista. El factor distorsionante para ETA en este escenario vuelve a ser el Partido Popular. Los terroristas creen que con el PSOE tienen más posibilidades de negociar políticamente o, al menos, de convenir una transición de la violencia a la «paz», sin rendición de por medio. Estas opciones se desvanecen con un PP asociado a la Ley de Partidos Políticos, al cumplimiento íntegro de las condenas y al rechazo absoluto a cualquier precio político por la paz. Es posible, aunque dramático, que ETA piense que una victoria electoral del PSOE debería formar parte de su tregua estratégica. Ojalá se equivoque.
Editorial en ABC, 13/6/2011