Por primera vez, la parte atacada de la sociedad no se resigna.
Título: ‘Las raíces del miedo. Euskadi, una sociedad atemorizada’.
Autor: Florencio Domínguez.
Editorial: Aguilar.
Precio: 16,50 euros.
El escritor y periodista Florencio Domínguez Iribarren dedica su última obra, el libro ‘Las raíces del miedo’, a desentrañar los mecanismos puestos en marcha en Euskadi para extender el terror por toda la sociedad y los efectos que ha provocado. La encargada de presentar el libro será la ex parlamentaria socialista Maite Pagazaurtundua, hermana del asesinado Joseba Pagazaurtundua y el mejor ejemplo de que el miedo puede ser vencido.
-Una de las cuestiones que plantea en su libro es la paradoja que supone el que, a mayor debilidad de ETA, la sociedad viva con una mayor crispación.
-ETA cuenta con menos capacidad de actuar que hace unos años, pero su estrategia de acabar con la representación política de los no nacionalistas causa una reacción social que antes no había existido. La parte atacada, por primero vez, no se resigna. En los años 70 también hubo atentados contra políticos, y a la UCD, por ejemplo, la exterminaron a tiros, pero había una especie de resignación. Y ahora eso ha cambiado.
-Cuando describe las campañas de deslegitimación del MLNV hacia diversos sectores, en todas ellas cita declaraciones del PNV en el mismo sentido que las realizadas por los radicales.
-Para atacar a determinados colectivos, ETA ha necesitado conseguir antes un clima social favorable a estos atentados, sobre todo entre sus bases. El PNV no ha sido consciente de que sus críticas contra algunos grupos contribuían a hacer más fácil de entender algunos crímenes a los sectores que apoyan a ETA. Ése es un reproche que cabe hacer al PNV.
-Usted apunta en su libro a la existencia de un ‘territorio Udalbiltza’, en referencia a ayuntamientos de Guipúzcoa sin presencia constitucionalista donde se han denunciado prácticas mafiosas. ¿Es uno de los terrenos más opacos de la realidad vasca?
-Posiblemente. Es un espacio donde la presencia de constitucionalistas es mínima y la violencia está dirigida contra el PNV y EA. Estos partidos tienen problemas para presentar listas propias, por ejemplo, y se sabe de agresiones a miembros de ambas formaciones que no han tenido ninguna transcendencia pública. Sus dirigentes no han hecho nada por denunciarlo.
-Escribe que, hoy por hoy, atentar contra el PNV es un límite que ETA no se atreve a franquear. ¿Cree que esta situación se va a mantener?
-Eso no se puede saber nunca. Si lo hicieran, tendrían un coste social importante entre las propias bases de la izquierda abertzale.
-Resalta la frase de un dirigente de la izquierda radical, según la cual, para ganar un referéndum de autodeterminación sobran 200.000 personas en Euskadi. ¿Resume esa frase la situación del País Vasco?
-Da sentido a lo que ha ocurrido en los últimos años. Se trata de neutralizar políticamente al sector no nacionalista. No va a desaparecer, no está en decadencia electoral. ¿Cómo acabar con ellos? Acosando a sus líderes. Si consigues neutralizalos, puedes neutralizar políticamente a quienes les votan.
-En su libro explica un mecanismo clave en la extensión del miedo, el del amenazado que es reconvenido por su círculo más cercano con frases como: «¿Y tú, por qué te metes?».
-Una persona puede asumir la amenaza de ETA, pero cuando su entorno más próximo no le comprende y, de alguna manera, le transfieren a él la responsabilidad de estar amenazado, el escenario es horrible. El problema a veces no es el terrorismo, sino la incomprensión de quienes deberían apoyar a las víctimas.
-¿Cómo se han mantenido operativos los mecanismos del miedo creados hace ya tres décadas?
-Por la propia inhibición de la sociedad. Esta sociedad cedió muy pronto ante el miedo y tendrá más problemas para levantar esa losa que si se hubiera resistido desde el principio.
«No matarás»
-Curiosamente, en su libro se recuerdan casos de acoso a las víctimas puestos en marcha en la Transición que reaparecen con polémicas como las surgidas tras el asesinato de Joseba Pagazaurtundua.
-El no matarás es aceptado por toda la sociedad, salvo por ETA y su mundo. Pero plasmar luego esos principios en la vida diaria es más problemático. Los que sufren la agresión terrorista no se conforman; quieren compromisos políticos, no sólo buenas palabras el día del asesinato. Lo que ha pasado con Joseba Pagazaurtundua debería ser motivo de reflexión para los nacionalistas, pero en vez de ello han preferido entrar en una polémica con la familia de la víctima.
-Pese a todo, ¿hay motivos para el optimismo?
-Si no los hubiese, tendríamos que apagar la luz y marcharnos. Pero en las bases de HB y en algunos intelectuales de la izquierda aber-tzale se comienza a cuestionar el terrorismo. La violencia empieza a ser vista por algunos sectores de la izquierda abertzale como un obstáculo. Además, el acoso policial en Francia y España mantiene a la banda en una nivel de actuación muy inferior a cualquier otra época pasada.Y yo creo que ETA se ha quedado sin estrategia a corto plazo. Una vez que ha rechazado la negociación con el Gobierno, y también ha despreciado una estrategia conjunta con el nacionalismo democrático, ya no tiene ningún factor capaz de movilizar a su gente.
Comentario de Óscar B. de Otálora, Florencio Domínguez, EL CORREO, 13/3/2003