ABC 19/10/16
JOSÉ MARÍA CARRASCAL
· España necesita un reajuste en todos los niveles. Para lo que se necesita un PSOE no derrotado
UNO de los secretos mejor guardados de esta eterna y encarnizada batalla electoral es por qué Rajoy no apuesta por unas terceras elecciones. «¡Con lo fácil que le sería alcanzar una sólida mayoría, y puede incluso que absoluta, si la oposición sigue cometiendo errores de bulto!», he oído a alguno de sus seguidores, que, por cierto, aumentan cada día que pasa hasta entre los que no ha mucho le daban por desahuciado.
En efecto, extraña que con un PSOE partido por la mitad, un Podemos que a todas luces ha tocado techo, un Ciudadanos que ni fu ni fa y unos nacionalistas caídos en su propia trampa, el único partido que retiene a su militancia y ofrece cierta seguridad al ciudadano común no se lance a la ofensiva y vaya a por todas en unas terceras elecciones que, por lo menos, serían desastrosas para el partido socialista, según reconocen sus propios dirigentes.
Pero Rajoy no es de ese tipo de líderes, diría incluso de ese tipo de personas. De los que buscan la victoria rápida, aplastante, sin tener en cuenta las consecuencias. De los que se eligen gobierno sin siquiera haber sido nombrados para ello o de los que planean uno que no pega ni con cola de carpintero. Rajoy piensa cada paso que da, y si no le conviene, no lo da, como demostró no aceptando la primera oferta de formar gobierno.
Si ahora lo hace, en vez de apostar por unas terceras elecciones –para lo que le bastaría poner condiciones al PSOE por su abstención–, no es por hacer un favor a este, sino porque ve que los problemas que esperan al próximo gobierno son de tal magnitud que no puede resolverlos un partido solo, incluso con mayoría absoluta. España necesita un reajuste en todos los niveles, el político, el legislativo, el judicial, el territorial y el moral. Un nuevo pacto de Toledo, un nuevo acuerdo de La Moncloa, una segunda Transición, en suma. Para lo que se necesita un PSOE no derrotado, sino recuperado. Un PSOE que, sin perder las señas de identidad de la izquierda, no las confunda con el populismo barato de «gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo», como han hecho todos los totalitarismos de ese signo, condenando al pueblo a la miseria y falta de libertad. Un PSOE, en fin, acorde con las extraordinariamente difíciles circunstancias que atraviesa no sólo España, sino Europa, y, si me apuran, el mundo.
Para eso, sin embargo, es necesario que el PSOE se preste a ello. Las sirenas radicales lo tienen raptado desde que Zapatero, sin haber sido siquiera concejal, se puso a gobernar guiado por una ideología caduca, más que por una realidad insoslayable. Pero incluso Zapatero cambió el rumbo cuando le llamaron al orden. Su partido ha perdido cinco años intentando volver a ese rumbo falso, sin conseguir otra cosa que perder votos, estabilidad, prestigio. Curiosamente, el más interesado en que los recupere es Rajoy.
Bueno, los más interesados somos los españoles.