Pedro García Cuartango-ABC

  • Si la UE no es capaz de desempeñar un papel activo frente a este destrozo del derecho internacional, su declive será irreversible

Según leo en ‘The New York Times’, Trump y Putin han estado negociando en secreto un acuerdo sobre Ucrania que supondría que Rusia abandonaría una parte de los territorios ocupados, pero se quedaría con Donetsk, Lugansk y Crimea. Ucrania se comprometería a no entrar en la OTAN. El acuerdo sería materializado en el encuentro bilateral en Alaska el próximo viernes, al cual no han sido invitados en principio Zelenski ni la UE.

Habrá que esperar el desarrollo de esta cumbre, pero, acuda o no Zelenski, todo parece pactado de antemano. Resulta insólito que el final de la guerra y el futuro mapa del país se vayan a decidir por un acuerdo entre Trump y el país agresor. Parece obvio que Ucrania no puede continuar combatiendo sin la ayuda militar americana, por lo que lo que se decida en Alaska será un ‘diktat’ para Zelenski, humillado en la Casa Blanca hace meses.

No hace falta insistir en la claudicación que este eventual pacto representa para Europa y tampoco en las implicaciones que tendrá en el futuro. Pero sí en el estéril sacrificio de las decenas de miles de soldados ucranianos que han perdido la vida en esta guerra y en la devastación material y moral del país.

Si este acuerdo se consuma, habrá triunfado la lógica de la fuerza. Y quedará demostrado que es posible modificar una frontera si se dispone de supremacía militar. El derecho internacional y los propios compromisos asumidos por Rusia en 1990 en Budapest serán pisoteados. Aquel año, en plena descomposición de la Unión Soviética, Yeltsin aceptó el reconocimiento de Ucrania como Estado soberano a cambio de su desarme nuclear. No es ocioso recordar que Kiev era entonces la tercera potencia atómica del mundo.

‘Mutatis mutandis’, algo similar está ocurriendo en Gaza, donde, en una clara violación de la legalidad internacional y de las resoluciones de la ONU, Netanyahu ha dado la orden de ocupar totalmente el enclave palestino. Los expertos han señalado que eso implica una masacre de la población civil y la expulsión de sus hogares de centenares de miles de personas.

Europa ha permanecido hasta la fecha sin hacer nada ante el genocidio que se está perpetrando en Gaza. Y ahora se va a ver marginada por Trump en un acuerdo que daña gravemente sus intereses, los equilibrios de poder y, sobre todo, los principios que han garantizado la paz desde 1945.

Si la UE no es capaz de reaccionar ante estos dos atropellos y no desempeña un papel activo frente a este destrozo del derecho internacional, su declive será irreversible. Es obvio que la histórica alianza con Estados Unidos es algo del pasado y que Europa tendrá que repensar su papel en el mundo. Mirar para otro lado en estas circunstancias es suicida. Veremos si nuestros gobernantes dan la talla en esta hora crucial.