Caras, esos espejos del alma

Hoy no hay más remedio que recortar la portada de La Razón y guardarla para que nunca se nos olvide esta ignominia; las seis caras de la chusma que ayer consumó el golpe de Estado de Pedro Sánchez. Son seis caras irredimibles encabezadas por la de su presidente. Fíjense en los rasgos de Cándido Conde Pumpido: nunca encontrarán una expresión más cabal del dicho de que la cara es el espejo del alma.

Tengo alguna vez contado que hace años un amigo mío me tildó de felipista melancólico, apelación que me parecía muy bien traída. Yo me hice felipista en aquellos debates parlamentarios en los que el líder socialista zurraba la badana a Santiago Carrillo, que era el dirigente a quien yo votaba entonces. Y también en aquella moción de censura contra Suárez que perdió, pero en la que demostró que allí había un presidente en estado de maduración.

Empecé a darme de baja con aquella superchería de la OTAN, de entrada no, en la que, para no pedir perdón por su error nos convocó a referéndum para que se lo arreglásemos nosotros. Yo fui a votar que sí aquel 12 de marzo. Votar que no habría sido tanto como exaltar a Antonio Gala, a Cristina Almeida o a Lluís Llach como líderes nacionales. Y voté que sí, ya digo, pero no se lo pude perdonar.

Van a cumplirse 40 años de aquello y tengo el recuerdo de Felipe González como un gobernante con algunas luces y algunas sombras profundas, pero ha conseguido un cierto cambio de opinión tras haber amenazado con no votar al PSOE ni a ningún partido que haya aprobado la ley de amnistía avalada por el Tribunal Constitucional (TC). Felipe, el viejo jarrón chino, ha asegurado que la norma es una «barrabasada» y una «vergüenza» para cualquier demócrata. «Conmigo nunca contará nadie que haya participado en esto, que es pedirle perdón a los que han hecho la barrabasada. No es perdonarlos, es pedirles perdón. Es el Estado el que se somete».

Esa es la vía, suponiendo que cumpla. Hace ya meses que tengo advertido que solo los socialistas desertores, los expulsados y los réprobos tienen cabida en mi almario: José Luis Corcuera, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo, Juan José Laborda, Paco Vázquez. Ampliaré este supuesto para los que se corrigen, como Felipe. Pero ninguno de los que piensan seguir votando a Sánchez son, ni pueden ser parte de los míos.

El diputado Jaime de los Santos proclamaba en el Congreso: “Soy gay. Y católico. Y del PP. Y doy las gracias a todos los que han hecho que España sea uno de los países más justos e igualitarios del mundo”. Tenía que salir a reñirle Antonio Papell y a reprocharle su masoquismo: “Sin duda sabrá que la derecha actual (no solo la extrema derecha) es heredera directa de la que humilló, persiguió, torturó, vejó y asesinó a miles de homosexuales. El franquismo tuvo incluso cárceles especiales para los ‘desviados’”. Lo que se le olvida a este pobre palurdo es que el Che Guevara, -éste sí que era homófobo-, decretó la guerra a los homosexuales en Cuba desde el minuto 1 de la Revolución, porque eran contrarios a su idea del hombre nuevo. El Che hizo construir campos de trabajo  para ellos, el primero de los cuales fue Guanahacabibes, y en cuyas puertas parafraseó  la máxima que los nazis pusieron a la entrada de sus campos de exterminio: Donde en los campos nazis se leía: Arbeit macht frei, ‘El trabajo os hará libres’, los campos castristas decían: “El trabajo os hará hombres”. Este menguado debería leer ‘Antes que anochezca’, las memorias de Reinaldo Arenas. Llame a mi amigo Juan Abreu, que fue a su vez uno de los mejores amigos de Reinaldo. Lea a Lezama Lima, a Virgilio Piñera y René Ariza. Una anécdota sobre el asunto: en los primeros tiempos de la Revolución, cuando Fidel quería nombrar al presidente del Banco Nacional de Cuba preguntó a sus congéneres: ¿Hay aquí algún economista? El Che entendió ‘algún comunista’ y levantó la mano. Su gestión fue un desastre. Su innovación más brillante fue acuñar el billete de tres pesos. Aquel mismo día, alguien se le acercó y le dio un libro recientemente publicado por Virgilio Piñera, al tiempo que le recomendaba su lectura. Guevara lo tiró contra la pared de enfrente, diciendo: “Yo no leo a un maricón”. Si este discapacitado quiere puede llamarme a mí, que le puedo contar más anécdotas.

Magister Odolapaca escribía en mi blog: Bolaños, enemigo de privilegios y blasones, cambió a su hijo del colegio público al que iba a uno privado de los llamados elitistas. Siempre buscando lo mejor para el pueblo, deja libre una plaza en un colegio público para que pueda aprovecharla algún necesitado.

belisario también en mi blog: «Los Aliados se comprometen a invertir el 5 % del PIB anualmente en requisitos esenciales de defensa». Antonio ha firmado esto pero dice que el compromiso no afecta a España. Pili se prepara para explicarnos («me van a permitir que les diga») que la expresión Los aliados, firmada por todos los aliados, no abarca a todos los aliados. Está pasando. No es un sueño.

Contaba Esther Palomera que el Gobierno está contento: “Pedro Sánchez no ha querido pasar por el aro. España puede estar muy satisfecha de estar en el lado correcto del mundo”. Guaje Salvaje apuntaba: “O sea, en el lado de Hamás, Venezuela, Bildu, Junts…”

Pablo Haro Urquízar preguntaba: “¿Os acordáis de cuando Oscar Puente subió un video de una influencer yanki  que dcía lo buenos que eran los trenes aquí?.Le habían pagado 2.100 euros. Renfe se negó a dar los datos porque “no era información pública”.