«Yo a Feijóo lo sigo mucho. Unos días se parece a Casado y otros, a Rajoy. A Casado cuando insulta y a Rajoy cuando no se le entiende». Zapatero repite este chiste en casi todos sus mítines. Se le escuchó por primera vez cuando las generales, en Vitoria. Este sábado, ya muy manoseado, volvió a recitarlo en Coruña, en la Convención del PSOE. Quizás el expresidente del Gobierno no gana para guionistas, o, sencillamente, se complace en la autocita. No es cosa reprochable. Vargas Llosa, por ejemplo, siempre menciona aquello de «muchas cosas he leído y pocas he vivido» cuando escribe de Borges. Incluso hay periodistas que, cada domingo incluyen en su crónica la muletilla de «al contrario que presidentes anteriores» al referirse al actual…
En el PSOE gallego ya le llaman ‘Zapateiro’, como si fuera uno más de la familia del percebe colorado. El chambelán de Maduro se ha convertido en una de las bazas fundamentales de Sánchez para amargarle a Feijóo la primera cita electoral del año en la que tanto se juega. Gravemente herido en la contienda del 23-J, un traspiés en su casa resultaría un accidente grave, quizás insuperable. En Moncloa no aspiran a ganar, sino a convertirse en la segunda fuerza y presidir la Xunta. Como Sánchez en las generales, que perdió pero gobierna. Les separan cinco escaños y sesenta mil votos de los nacionalistas del BNG. No parece un reto inalcanzable.
Y ahí entra Zapatero, una especie de talismán virtuoso, una patita de conejo de la buena suerte para redondear la proeza. Más bien, un agitador de rencores resabiados y odios que parecían sepultados. No salió mal la jugada en julio, cuando se volcó en los mítines mientras en Génova dormían la siesta. Ahora ha vuelto con enorme decisión, bien nutrido de chistes improbables, bromas estúpidas y necedades pringosas tan del agrado de un auditorio receptivo y entregado.
No hay estreno sin exceso y la Peña no tuvo empacho alguno en verter una lagrimilla por aquellos ‘que tuvieron que salir en 2017’, en referencia al forajido de Waterloo, un suponer
No es el único que repite sus frasecillas. Así, la nueva portavoz de Ferraz, Esther Peña, debutó este lunes recitando dos de las ocurrencias más brillantes del antaño conocido como ZP, Bambi, o Mr. Bean para bendecir la amnistía: «La democracia de la generosidad» y «volver a empezar». El primero es uno de esos lemas viva-la-gente que la izquierda maneja para justificar sus tropelías. El segundo suena a homenaje a Garci en su 80 cumpleaños, pero no es más que un eufemismo edulcorado, tan pretencioso como ramplón, indigno de cualquier orador que tenga leídos un par de libros. La Peña aliñó este comistrajo cursilón con un puñadito de palabritas ñoñas como «convivencia, conciliación, diálogo, entendimiento» y demás collonadas. No hay estreno sin exceso y la Peña no tuvo empacho alguno en verter una lagrimilla por aquellos ‘que tuvieron que salir en 2017’, en referencia al forajido de Waterloo, un suponer…
Poca artillería más amontona el PSOE en su arsenal de combate para reconquistar las tierras célticas. Los pellets del chapapote van quedando seriamente dañados tras la fotografía de la risa protagonizada por Yolanda Díaz y su diminuto colador para la leche convertido en improvisada herramienta del operativo nunca máis. Bolita a bolita, consumó un ridículo insuperable. Incluso los medios del movimiento han emprendido una discreta retirada en este asunto con el que no comulgan ni los más entregados penitentes del lugar.
Chutar contra la propia portería
Ahora abundan en otro rescate también algo podrido, los vetustos papeles del excomisario Villarejo sobre la llamada ‘Operación Cataluña‘, asunto que ya cumple más de una década debidamente judicializado, que instruye el juez de la Audiencia Nacional preferido por la viceprimer Emejota Montero y cuyo discurrir en los tribunales intenta acelerar una fiscalía entregada a la causa del gran narciso. Poco le salpica a Feijóo esta patraña, que señala a gente tan pretérita como ya remota. No es este un tema que vaya a decidir papeletas en las urnas gallegas. La historia va por otro lado.
El súbito relanzamiento de este película de espías persigue, nada menos, que consagrar el lawfare, convertir a los jueces en sospechosos, llevarse por delante a alguno en concreto (García Castellón, señalado desde la cúpula del Ejecutivo), arrasar con loas bases del Estado de Derecho y abrir las puertas de par a cientos de imputados por actos de terrorismo durante el procés -como así acaba de pactar Moncloa con Junts- sino incluso mirar a cárceles del País Vasco, donde penan decenas de asesinos que ya se frotan las manos ante una pronta medida de gracia para sus causas..
Las bromas fáusticas de Zapateiro, tocarle las bolitas al presidente Rueda con un neoPrestige apolillado y agitar la escandalera de una ‘policía patriótica’ desde una cabecera regional vejencona y subvencionada, son argumentos con los que cuenta Sánchez para a doblarle el brazo a Feijóo. Lo tiene difícil porque juega fuera de casa. Pero el PP ha chutado demasiadas veces contra su portería, incluso cuando iba ganando. Olvidar es lo que te mata. Cioran.