- Sánchez asalta el Constitucional y propina un sopapo a Irene Montero. Habrá consecuencias
Es cosa menor que Pedro Sánchez le salte los dientes a la Constitución. Lo hizo dos veces durante la pandemia, con el decreto de alarma. Lo hace cada día en Cataluña, con el apoyo a la proscripción de la lengua oficial en las aulas, el castellano concretamente. Por eso, apenas ha movido a la estupefacción natural el que haya designado a dos miembros del Constitucional sin atender a lo que la ley Orgánica del Tribunal establece sobre el procedimiento de renovación, por tercios y cada nueve años.
El presidente del Gobierno tenía prisa y no ha esperado a que el CGPJ proponga sus nombres. Total, ¿para qué? ¿De quién depende la Justicia? Pues eso. Al objeto de imprimir un toque de burla a su decisión, ha elegido a un exministro de Justicia y a una veterana ‘fontanera’ de la Moncloa para ocupar los puestos . Es una una medida sin precedentes que se suma al largo prontuario de escándalos protagonizados por el gran mandarín, que, según propia proclamación, ya pasó a la historia por haber deshuesado del Valle de los Caídos. Ocupación de las instituciones, derribo de la separación de poderes, atraco al Estado de Derecho, secuestro del Poder Judicial…Pequeños jalones que conducen a la demolición de nuestra convivencia. Un work in progress que arrasará con cuatro décadas de estabilidad.
Hablan de ‘lo previsible’ que es Feijóo. Sánchez, luego de blindarse en la carcasa de Frankenstein, no ha protagonizado sorpresa alguna. Incluso con estos nombramientos continúa la estela diseñada desde que firmó su coalición con Podemos. Ignora las normas, dribla las leyes, retuerce decretos, manosea los códigos. Ahora ha querido apretar al Consejo, donde un puñado de irreductibles le lleva plantando cara desde el verano. Quizás la apuesta sea errada puesto que, de ser confirmados, estos dos magistrados no podrán resolver sobre gran parte de las decisiones que habrá de abordar el alto tribunal, dado que están contaminados por su desempeño en el Ejecutivo. «Siempre ha habido gente de los partido en el Constitucional, y hasta algún diputado», argumentan los papagayos oficialistas. Pero jamás se dio el caso de un ministro, artífice de los indultos a los golpistas catalanes, y un alto cargo de Moncloa instalados en el puente de mando de la institución que ejerce de guardián último de la ley fundamental.
En palabras de Rodríguez Zapatero, ahora gran asesor áulico de Maduro y de la Moncloa, «igual que pacifiqué el País Vasco, Sánchez lo hará con Cataluña»
De concretarse este asalto al Constitucional, culminará el principal objetivo político del sanchismo. Controlar el alto tribunal para proceder sin contratiempos a cerrar otro de las proezas que agrandarán su página en la historia: la consagración de la España plurinacional con la celebración del referéndum de autodeterminación en Cataluña primero y el País Vasco, después. En palabras de José Luis Rodríguez Zapatero, ahora gran asesor áulico de Maduro y de la Moncloa, «igual que pacifiqué el País Vasco, Sánchez lo hará con Cataluña». Este es el plan del líder socialista y sus cómplices para la próxima legislatura -con la Corona en punto de mira- caso de que salga vivo de las elecciones de mayo, algo improbable, y opte por presentarse a las legislativas de diciembre. Feijóo deberá espabilarse sin pretende atajar esta conjura contra el Estado. Los sondeos empiezan a mostrarse esquivos. El famoso ‘efecto’ se encoge mientras se consolida el repunte de Vox. Elías Bendodo, que iba a ejercer de ‘poli malo’ de Génova, más parece un angelito bonachón en permanente oferta de diálogo hacia Bolaños, el inventor del ‘periodismo de autor’, o sea, la mentira como norma. El líder gallego debería tener muy presente que con Sánchez solo cabe lo de Héctor a Aquiles: «¿Por qué voy a pactar contigo, perro?».
Hay daños colaterales en esta toma del TC. No es otro que Irene Montero, gran protagonista del tablero político durante las dos últimas semanas. Sánchez le ha propinado una nueva bofetada y van tres. Glenn Ford, a su lado, es un monaguillo. Le descuajeringa primero su ley Trans, ahora en el dique seco y ya veremos. Le paraliza la ley de Familia, desiderátum perturbado de la compi Ione Belarra. Finalmente, entroniza en la cúpula judicial a su más feroz verdugo, el juez Campos, quien osó frenar en primera instancia le ley del sí es sí, por lo que fue removido del cargo y arrojado a las tinieblas exteriores. El entonces ministro de Justicia tuvo la osadía de calificar de chapuza aquella iniciativa legal, la frenó y la mandó a talleres, cuestión que enervó a Pablo iglesias, por entonces vicepresidente del Gobierno, quien exigió el cese del audaz magistrado, luego de tacharle de ‘machista reaccionario’. Campos recibió duro castigo, guardó silencio y ahora es compensado con un sillón de lustre.
«Solo los animales de sangre fría son venenosos», apostillaba Schopenhauer. Sánchez lo es. Se dedica ahora a humillar a su ministra de Igualdad, con la autoestima en el subsuelo ante la procesión de rebajas de condena a pederastas y violadores, antes de que se convierta en la cabeza de cartel de Podemos en las próximas generales. La izquierda se apuñala. La derecha titubea. Sánchez, con esa mirada maligna de quienes se han dejado vencer por una ambición obsesiva, pasa a la historia. Adiós.