El documento de Batasuna, en el fondo, está escrito para su propia gente. Quiere convencerles de que ahora que están en el umbral de la victoria quizás deban cambiar de estrategia, pese a que es de público conocimiento que si se han planteado asumir la política es porque están al borde de la derrota policial y legal.
ETA está moviendo sus peones por todas las esquinas del mapa. Unos etarras han sido sorprendidos en Portugal, otros en Guipúzcoa, otro se ha topado con la policía al entrar en Girona desde Francia. Esos son los que hemos visto porque siempre hay que tener en cuenta que con terrorismo, como con los iceberg, la parte oculta bajo la línea de flotación suele ser mayor que la que se percibe.
Todos esos indicios, más los que conocen de manera confidencial los servicios policiales pero que no cuentan, ponen en evidencia que ETA sigue adelante con sus planes para cometer atentados cuando pueda o cuando lo considere oportuno. La maquinaria terrorista sigue funcionando como siempre –los empresarios se quejaban ayer de nuevo de las cartas de extorsión–, aunque hace meses que no se registran atentados.
Sotto voce, algunos miembros de la izquierda abertzale tratan de convencer a sus interlocutores de que ETA no va a atentar, pero ninguna organización terrorista mantiene operativas a sus células y pone en riesgo a sus miembros haciendo las tareas habituales si no tiene planes para culminar esas actividades con atentados. Y, desde luego, no fabrica cientos de kilos de explosivos si no tiene intención de poner bombas.
Por eso sorprende que el documento en el que se recogen las conclusiones del debate mantenido en el seno de Batasuna omita cualquier referencia a ETA, como si no existiera. Cualquier partido democrático puede fijar su estrategia política sin tener en cuenta a ETA, pero ese no es el caso de Batasuna, que se ha caracterizado históricamente por su supeditación a la banda terrorista y que todavía no ha demostrado que sea capaz de actuar sin su consentimiento.
Dicen las conclusiones de Batasuna que apuestan por la vía política de manera exclusiva. Sería importante que así fuera, pero en el pasado han escrito cosas similares sin que ello haya significado nada. Lo hicieron, por ejemplo, en 1999 cuando suscribieron el pacto parlamentario con PNV y EA o en el 2004 con la declaración de Anoeta. Pero ETA siguió actuando y Batasuna arropando a la banda que mataba, sin mayores contradicciones. Por eso ahora su credibilidad es escasa. No bastan las palabras y se les exige que demuestren con hechos su opción por la política. ETA y Batasuna han representado las dos pinzas de una única estrategia político-militar, por utilizar sus palabras, y si quieren que sean tomados en serio tendrán que acreditar que abandonan la vía terrorista.
El documento de Batasuna, en el fondo, es un texto escrito para su propia gente, no para extraños. Quiere convencer a sus seguidores de que ahora que están en el umbral de la victoria quizás haya llegado la hora de cambiar de estrategia, pese a que es de público conocimiento que si se han planteado asumir la política es a causa de que están al borde del abismo de la derrota policial y legal.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 17/2/2010