Teodoro León Gross-El País
El presidente ha leído el resultado andaluz y ha decidido presentar Presupuestos para ganar tiempo
En una variante del “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio…”, tal vez Sánchez haya llegado esta semana a una conclusión inquietante: sin los indepes, es difícil seguir; con los indepes, es difícil seguir. Con ellos y sin ellos las cosas se ponen feas, porque son necesarios para sacar los presupuestos, pero a la vez esa liaison dangereuseya ha estallado en Andalucía, contra pronóstico, por el hartazgo hacia ese socio tóxico. Y no parece factible una posición intermedia como en el dilema del erizo de Schopenhauer.
La catástrofe andaluza ha sorprendido a Moncloa, como a los analistas, quizá demasiado alejados de la calle. La impresión durante estas semanas es que las protestas debilitaban al Govern y eso, tras el previsible triunfo del 2D, favorecería al PSOE. Pero el desastre andaluz nos ha devuelto a la realidad. Ya no habrá invierno apacible. Después de años de pitadas al himno y declaraciones supremacistas y abrazos a Otegi, el cabreo sordo ha cristalizado. Y el populismo de derecha ha sabido llevarlo a un pack eficaz, en este ecosistema donde el ciudadano informado es una ilusión anacrónica, como escribe Innerarity en Comprender la democracia.
No se trata, claro, de que Andalucía haya celebrado un plebiscito sobre Cataluña. El descontento con la gestión, antes o después, no se sostendría en la coartada de los recortes de la derecha; y el imaginario de la reserva espiritual del Estado del Bienestar chocaba con un 40% de población en riesgo de pobreza. También la corrupción. Y además la fractura interna. Grupos sanchistas han promovido la abstención triunfante; y ya se verá la réplica futura de los susanistas. El granero del sur va a dar unas malas cosechas. En definitiva, el susanismo ha enfriado a la izquierda y el sanchismo ha caldeado a la derecha.
Sánchez no solo tiene aliados incómodos en Cataluña. Podemos, ya en campaña, es otro factor de riesgo. Los extremismos populistas —y ya está aquí nuestro Le Pen frente a nuestro Melenchon— se realimentan. Se ha visto en las manifestaciones antifascistas, violentas en Cataluña —apreteu!— e hiperventiladas por doquier. Podemos carga contra el Rey arrogándose la representación de los sentimientos de la ciudadanía, al margen de las urnas. De hecho, ponen mucho énfasis en que Vox haya sumado 400.000 votos, y no se preguntan por qué han perdido ellos 300.000.
Sánchez ha leído el resultado andaluz y ha decidido —con sus pesadillas independentista, susanista y populista— presentar presupuestos para ganar tiempo. Con eso descarta marzo. Así, facilita el pacto de la derecha, que hubiese podido dudar con un horizonte electoral corto. Ese pacto dará a Sánchez el discurso de ¡que viene la ultraderecha! atacando a PP y Ciudadanos. En la balanza estarán sus socios nacionalpopulistas. De momento en Andalucía ha habido un trasvase de 10 escaños a Ciudadanos; el año electoral cobra alto voltaje.