Las últimas dentelladas de Teodoro

Agustín Pery-ABC

  • Extraños compañeros de viaje para Teo el lobo solitario que hoy solo aúlla su derrota, lejos de la manada popular que no supo domeñar

Egea nunca dijo nada que no quisiera decir, fuera cierto o falso. Supongo que como todos en su oficio, en función de la platea, que eso te lo enseñan en primero de política. El problema por el que ha acabado enterrando su carrera y, peor, la de su sosias Casado, es que cuando verbalizó lo que de verdad quería fue siempre a lomos de lo que, si Anticorrupción no lo remedia, sigue siendo en estos agónicos días un embuste. En despachos, redacciones, cenáculos y corrillos varios repetía en salmodia que su ¿compañera? Ayuso tenía algo tan gigantescamente turbio como 300.000 euros públicos con su apellido. Cuentan los receptores de sus anzuelos que acompañaba sus averiadas, hoy lo sabemos, confidencias de una media sonrisa de suficiencia, algunos aseguran que se recreaba en unas comillas y un gesto, «investigad por ahí, algo hay que nos obliga a sacarla de la carrera», la mano desmadejada, el dedo índice señalando a un infinito cuajado de certezas, yermo de pruebas.

Eso, Teodoro, fue tu pecado, tu caída, la justa penitencia. Apostaste y perdiste, ahora solo te queda travestirte de hombre justo camino del cadalso, erigirte esta vez en mártir y ya nunca más en verdugo justiciero. Se acabó para ti el balanceo del hombre abrigado en una impostada suficiencia, arropado en soberbia. Atributos malhadados que caracterizan al que vende la piel de una osa que nunca cazó pero cuya osamenta creyó ver disecada en el despacho. Como la de tantos a quienes cercenó porque «soy el secretario general del partido». Al final de la escapada, de su numantina resistencia, su obcecación a no ver lo que todos veíamos, Egea podrá decir de verdad lo que piensa sin refugiarse en sus insufribles paralipsis. Que lo intente, no fue ante el objetivo de Ana Pastor en esa cadena que hoy no le vapulea sino que le jalea. Extraños compañeros de viaje para Teo el lobo solitario que hoy solo aúlla su derrota, lejos de la manada popular que no supo domeñar.