Miquel Escudero-El Correo

Nacido hace más de veintitrés siglos, Euclides fundamentó su célebre libro de geometría con cinco postulados, afirmaciones que se consideran ciertas sin necesidad de demostración. Uno de ellos falló, lo que acabó por dar paso a las geometrías no euclidianas, hace un siglo y medio.

En español tenemos la expresión ‘verdades como puños’ que equivale a verdades evidentes e hirientes. Se repite que la verdad supone disgustos o trae problemas. Me parece interesante evocar en estos días veraniegos el sentido de ‘las verdades del barquero’. Ya no me atrevo a preguntar a mis estudiantes si la conocen. Pero algún día habrá que hacerlo y ni ellos ni yo, estoy seguro, nos arrepentiremos. No están acostumbrados a que les hablen de estas cosas, pero a la mayoría (puedo certificarlo por experiencia) les complace oírlo; algo que se ve como curioso y que les distrae de la carga del programa de matemáticas que les doy.

Decirle a alguien las verdades del barquero vendría a ser decirle lo que de ningún modo le gusta oír. ¿Pero de dónde viene esta expresión? Para saberlo recurro a Valeriano Gutiérrez Macías.

Se trata de un diálogo entre un barquero y un estudiante. En lo que ahora es el embalse de Alcántara (Cáceres), aquel navegaba por el río Tajo para transportar a personas de un pueblo a otro. Un joven le pidió ir gratis, pues no tenía dinero. «Dime tres verdades irrefutables y te pasaré». Hay varias versiones, pero recojo estas tres frases que la leyenda cuenta que fueron convincentes:

«Pan duro, mejor duro que ninguno».

«Zapato malo, más vale en el pie que no en la mano».

«Si a todos pasas de balde, como a mí, dime, barquero, ¿qué haces aquí?».