Caty Romero, LA RAZÓN, 2/2/12
Es la primera vez en 30 años que la Policía Local recibe un reconocimiento. Mi marido, Alfonso Morcillo era el responsable de la unidad de investigación de San Sebastián, trabajaba en el Ayuntamiento donostiarra desde donde contribuyó a expulsar de la Policía Local a «topos» que pasaban información a ETA. Su asesinato fue el primero de una cadena donde le siguió su buen amigo, Gregorio Ordóñez.
Las víctimas y su recuerdo están por encima de que se apague un pebetero y por eso, ayer, nació un monolito donde figuran los nombres y apellidos de todos los policías y ertzaintzas asesinados en una tierra donde es muy difícil mantener la memoria y levantar un monumento que subraye el nombre de los asesinados.
Ninguna víctima interpreta la historia como los políticos, a ninguna nos sirve el perdón; tampoco nos creemos que haya llegado el fin de la violencia porque ETA aún no se ha disuelto. Yo, no quiero que Valentín Lasarte me pida perdón, ni que tenga beneficios por marcar una X en un cuestionario. Si el asesino de mi marido ahora está arrepentido que lo demuestre colaborando con la Justicia. Porque Lasarte, hace 17 años, declaró que mató a Alfonso junto con «Txapote» y Carasatorre, pero el día del juicio ya no recordaba quienes le acompañaron. Y por su silencio, los otros dos asesinos fueron absueltos. Ser víctima en San Sebastián es terrible. Hemos retrocedido 30 años en el tiempo en una tierra donde la izquierda abertzale está más crecida que nunca, donde me han escupido a la cara mientras me decían «sois mierda» y en donde las pancartas de presos vuelven a los balcones. El fin de la violencia, el fin de ETA, no llegará hasta que la banda se disuelva definitivamente.
Caty Romero, Viuda de Alfonso Morcillo, policía municipal asesinado el 15 /12/ 94
Caty Romero, LA RAZÓN, 2/2/12