Juan Carlos Girauta-ABC

  • La «España multinivel» ya existía, aunque Lastra no lo sepa

La «España multinivel» de Lastra coge a los igualitarios con el pie cambiado, pero poco. No hay que ser un lince para darse cuenta de la mutación del concepto de igualdad. Hubo un periodo luminoso -del inicio de la Transición a la gran crisis de fondo de la izquierda- en que decías igualdad y se entendía igualdad ante la ley. Así de fácil. Era igualdad de derechos y, en nuestra democracia, que es social, era una tendencia favorecida por el Estado hacia la igualdad de oportunidades.

Ahora dices igualdad y, en general, quieres decir lo contrario: pretendes un privilegio. No solo un trato diferente y mejor para ti apoyado en la idea de que la igualdad exige tratar desigualmente a los desiguales. Hay otra vuelta de tuerca: autores como Sowell, desde una negritud que rechazaba la victimización perpetua, venían advirtiéndonos de que la discriminación positiva era siempre a la vez discriminación negativa. Discriminar es discriminar. Y por esos laberintos del sentido y del oportunismo nos encontramos hoy con que la mayoría de los que invocan la igualdad ya no aluden al principio del artículo 14 de la Constitución, que es bastante clarito: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».

Al contrario. El que hoy dice igualdad, salvo que sea un constitucionalista catalán o similar, alude a lo contrario. Quiere estatus diferentes entre españoles. Quiere que se discrimine por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión y muchas otras condiciones o circunstancias personales o sociales. Un lío. Me parece que, para aclararnos un poquito, los antiguos, los que estamos por la concordia del 78 y tal, deberíamos referirnos a ‘la igualdad de la Constitución’ para que no nos tomen por socialistas o algo peor.

La «España multinivel» ya existía, aunque Lastra no lo sepa. Existía, como diría ella, «a muchos niveles», «a nivel de calle». Y a nivel de frote, expresión textual que juro haber oído en una mesa contigua, años ha, como respuesta a la indiscreta pregunta que un joven le hacía a un amigo:

-Pero, ¿os habéis enrollado?

-Solo a nivel de frote.

Ahora tenemos un multinivel de frote. O sea, seguiremos todos enrollados en una especie de orgía pacata que llamaremos España, pero unos llevarán el whisky de malta en la mano y los demás se encargarán de ponerles el hielo, sin descartar otros servicios.

Si la igualdad de la Constitución, si la Constitución entera hubiera perecido derrotada por una idea más poderosa de España, sería una catástrofe con épica. Pero esto es ridículo y bochornoso. El sistema se viene abajo por ese sectarismo del uso alternativo del Derecho, por la cansera de los constitucionalistas catalanes a quienes da pereza ir a votar y por la meritocracia inversa del sanchismo.