Lavabos para blancos y lavabos para españoles

LIBERTAD DIGITAL  27/08/15
PABLO PLANAS

Herr Germà Gordó, consejero de Justicia de Artur Mas, planea el Anschluss de las comunidades limítrofes, entre Salses y Guardamar pasando por Fraga, Mahón y más allá, Alguer incluido. La leyenda de los Països Catalans insufla ánimos en los irredentos dirigentes del frente o movimiento nacional catalán, la candidatura del Junts pel Sí.

Tras las pomporrutas imperiales, llega el poli bueno, Raül Romeva, a decir que quien quiera ser español en la cercana república catalana podrá serlo. «Y de la Roja», apostilla el trompetero portavoz, como para dar muestra de su magnanimidad, tolerancia y buen fondo con el australopiteco. Ser español en Cataluña, pequeños saltamontes, será como el que es inglés en Barcelona, nos dice. Aún mejor, porque el español será idioma oficial. ¡Toma ya! Qué bueno, qué majo y qué desenfadado es Rabindranath Romeva. Le monta el cirio a Matisyahu, pero a los españoles no se les tocará un pelo. Palabra.

«Uno podrá seguir siendo español viviendo en Barcelona, e incluso seguidor de la Roja si quiere, como hoy tenemos mucha gente que es francesa, británica u holandesa que vive en Barcelona y sigue manteniendo la nacionalidad de su estado de origen», depuso literalmente Romeva a la agencia Efe. Se podría decir mucho más claro, pero de una lectura atenta del conjunto sintáctico y sus emanaciones semánticas no cabe más que concluir que este hombre considera a los españoles una especie que vive fuera de su hábitat natural, como el mejillón cebra en el Ebro. Extranjeros. Europeos, sí, pero forasteros, guiris.

Si Romeva viviera en este mundo en lugar de residir en la burbuja separata, hubiera puesto de ejemplo a rumanos, chinos y paquistaníes en vez de a ciudadanos de Francia y súbditos de la Gran Bretaña y Holanda, pero es que hay que comprender que se ha pasado la vida entre Bruselas y San Cucufate. Debería servir de advertencia que el número uno de la lista perore con toda naturalidad de que quien quiera ser español en Cataluña tendrá los mismos derechos y deberes que un francés en Barcelona. Y eso en el mejor de los casos… Da risa, pero es de miedo que un político se atreva a decir que se respetará a los españoles y la parroquia pondere el buen rollo del cabeza rapada. «Uno podrá seguir siendo español viviendo en Barcelona, e incluso seguidor de la Roja». Gracias, amo. ¿Habrá lavabos para blancos?