REBECA ARGUDO-ABC

  • Sorprende que algunos sean tan rigurosos cuando el sospechoso es de un signo y tan laxos cuando es de otro

Acabar con las sospechas de ‘lawfare’ y que miembros del Ejecutivo defiendan la probidad de las instituciones era tan fácil como que el investigado, en lugar de ser el hermano del presidente o su señora, fuera un artista. Pero no uno cualquiera, al azar: uno de los que no abarrotan teatros cuando Pedro Sánchez se toma cinco moscosos porque le han hecho pupita en el corazón. Yo no sé si las acusaciones vertidas sobre Nacho Cano son ciertas o no. Pero creo que, si existían sospechas de irregularidades, lo suyo es que se investiguen. Y, de corresponder, que se depuren responsabilidades.

Lo que me parece pintoresco es que algunos sean tan rigurosos cuando el sospechoso es de un signo y tan laxos cuando es de otro. Reyes Maroto, sin ir más lejos, que le recordaba en Twitter (para mí, X será siempre Twitter) a Isabel Díaz Ayuso que «en democracia la policía nacional no persigue personas, investiga hechos». He buscado en sus redes sociales, pero no he encontrado que en ningún momento le haya recordado a nadie de su partido lo mismo respecto a los jueces. Se ve que, en democracia, la Policía Nacional no persigue personas sino que investiga hechos, pero no pasa lo mismo con la judicatura. O eso o que el ‘lawfare’ (qué rabia me dan los neologismos) es de un único sentido, como mi calle: si el investigado es de derechas son los hechos y si es de izquierdas es instrumentalización de la justicia. El ‘lawfare’, intuyo, es como los pimientos de padrón: que unos pican y otros no. Y digo yo que, en una democracia (que diría Maroto), lo suyo es confiar en nuestras instituciones y en las fuerzas de seguridad del Estado. O desconfiar, que tampoco quiero yo ponerme estupenda y gritar aquello de «to er mundo e güeno» (añorado Manuel Summers). Pero o una cosa o la otra. Las dos a la vez es un cirio. Porque si solo desconfiamos cuando los sospechosos son los nuestros y confiamos ciegamente cuando los sospechosos son los suyos, corremos el riesgo de no resultar creíbles, ni en nuestras certezas ni en nuestras suspicacias. Porque no responderían estas a evidencias en un sentido o en otro sino a la ideología del sujeto. Y eso está feo. Sobre todo cuando en el camino nos dejamos el buen nombre y el respeto a organismos fundamentales para el correcto funcionamiento de nuestro Estado de derecho. No es bonito ni es responsable. Menos todavía si quien tan frívolamente lo hace es un cargo público. O responsables de los medios de comunicación, que haberlos haylos. Y no son baratos.

Así, a bote pronto y por ponerme ecuánime, propongo dejar trabajar. Y lo propongo porque yo sí confío en nuestra policía y en nuestra judicatura. Y del mismo modo que no creo que el juez Peinado tenga ningún interés personal en poner en un brete a la señora del presidente (que no es presidenta, se siente) solo por fastidiar, no creo tampoco que la policía se entretenga en ir molestando por molestar. Unos y otros tendrán la oportunidad de defenderse convenientemente con las herramientas previstas para ello. De momento, eso sí, solo uno ha dado explicaciones (y la cara), las cosas como son. Y mientras a una la defiende a lo Fuenteovejuna todo el aparato del Estado, sin ostentar cargo público alguno, al otro, siendo artista, los suyos (‘Elmundodelacultura’) todavía no le han dedicado manifiesto de apoyo, con lo que gustan. Será que este ‘lawfare’ no pica.