EL MUNDO 26/05/14
· La líder de extrema derecha del Frente Nacional logra el 25% de los votos en Francia
· Los ‘populares’ europeos vencen pero tendrán que pactar con los socialistas una coalición
El avance eurófobo encabezado por la líder de extrema derecha francesa Marine Le Pen (25%) complica la realidad europea y obligará al Parlamento Europeo a formar una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas para salvaguardar los avances que ha dado la UE desde su creación. El fuerte respaldo obtenido por las fuerzas antieuropeas, que se consagran como la opción más popular en Francia, Reino Unido e Italia y obtienen un gran resultado en otros cinco países, vaticina una legislatura incómoda para los partidos tradicionales, castigados por la gestión de la crisis económica.
La baja participación –del 43,09%– confirma además el desencanto ciudadano y la dificultad de los líderes europeos para movilizar a sus electores justo cuando Europa más lo necesitaba.
Con la mayoría de los votos escrutados, el Partido Popular Europeo (PPE) será el grupo con mayor representación –212 eurodiputados– pero es también el que mayor castigo recibe, al perder 61 representantes. Los socialistas (S&D) no consiguen sacar rédito y pierden otros 11 asientos, hasta los 185. Por su parte, los Liberales (ALDE) se consolidan como la tercera opción (71) y minimizan el batacazo que pronosticaban los sondeos previos. El nuevo arco parlamentario muestra también una ligera caída de Los Verdes (55) y el aumento de 10 asientos para Izquierda Unitaria (45) (ver gráfico). La ventaja de 27 escaños con su máximo competidor otorga al candidato popular, Jean-Claude Juncker, la fuerza para convertirse en el próximo presidente de la Comisión Europea siempre que los líderes europeos den antes su visto bueno.
Los resultados confirman el peor presagio en lo que se refiere al avance euroescéptico, que logró duplicar su presencia y sentará a unos 100 diputados en el Hemiciclo. Los No Inscritos (una especie de cajón de sastre donde se sientan tanto radicales como partidos minoritarios muy comprometidos con Europa) suben hasta los 40 diputados y entran otros 67 procedentes de partidos inéditos hasta ahora en la Eurocámara. Muchos de ellos proceden de partidos abiertamente antieuropeos. La extrema derecha del Frente Nacional (FN) pasará de tres a 23 representantes y todo apunta a que sobre la figura de su líder, Marine Le Pen, girarán las negociaciones para tratar de formar una gran alianza eurofóba. No faltarán opciones: en Dinamarca el Partido Popular fue el grupo más votado; en Austria, el FPÖ logró el 20% de los votos; el Jobbik húngaro contó con un respaldo del 15%, y en Grecia, el filonazi de Amenecer Dorado logrará tres diputados, según los datos aún provisionales.
Le Pen competirá con el líder de Ukip, Nigel Farage, para atraer partidos afines y salvar el mínimo exigido para crear un grupo parlamentario, 25 escaños procedentes de al menos siete países. La dificultad, apuntan fuentes del Parlamento, no estará en lograr eurodiputados, sino en en reunir a partidos de siete estados diferentes ya que Eslovaquia no ha conseguido colocar a su partido radical, tal y como se esperaba.
El líder radical holandés, Geert Wilders, podría tener la llave. Pese a perder escaños, aportaría un país necesario para lograr esa coalición, aunque algunos miembros de su partido han culpado a la alianza con Le Pen del mal resultado y podrían acercarle a los euroescépticos más moderados de Nigel Farage, otro de los grandes vencedores de la noche al poner a su Partido de la Independencia británico (Ukip) en lo alto de la tabla, pasando de 13 a 24 asientos.
Con este escenario, el PPE y el S&D tendrán que ponerse de acuerdo para sacar adelante la tarea legislativa de los próximos cinco años, empezando por la decisiva votación del próximo presidente de la Comisión Europea. La nominación del candidato corresponde al Consejo Europeo (los países), pero es la Eurocámara la responsable de su aprobación definitiva, para lo que hace falta una mayoría absoluta, es decir, el visto bueno de 376 diputados.
El resultado de esta noche electoral dibuja un complicado escenario de coaliciones. Ni Jean-Claude Juncker (candidato del PPE) ni Martin Schulz (candidato de los socialistas) serían capaces de buscar aliados minoritarios para obtener esa mayoría necesaria. Dicho de otro modo, ambos se necesitan porque sólo la suma de escaños de sus grupos daría el número de asientos suficientes para sacar adelante la votación.
Todos los demás escenarios parecen imposibles. El PPE podría pactar con los liberales y mirar más hacia la derecha para encontrar el apoyo de los Conservadores Reformistas Europeos (CRE), pero aún así no sumarían los asientos necesarios. Durante la campaña, Juncker dijo que no pactará con los euroescépticos, por lo que la consecución de una mayoría sólida pasa irremediablemente por la alianza con los socialistas.
Esas mismas cuentas serán las únicas que le salgan al líder del S&D, Martin Schulz, si tuviera la tarea de buscar apoyos para su investidura como presidente de la Comisión. Cualquier otro escenario resultaría infructuoso para llegar a la mayoría necesaria. El líder del grupo socialista, Hannes Swoboda, advirtió anoche de que si Juncker quiere ser presidente de la Comisión, «tendrá que cambiar su política económica para encontrar el apoyo del S&D».
Estas elecciones han vuelto a confirmar la desafección que existe entre los ciudadanos por la UE. La participación, del 43,09%, es prácticamente igual a la que hubo en 2009, cuando aún no se conocía la magnitud de la crisis. Ni siquiera Croacia, el último país en incorporarse al bloque, mostró ilusión por el proyecto comunitario, ya que sólo uno de cada cinco electores fue a las urnas.
La legitimidad de una institución como el Parlamento Europeo puede quedar cuestionada con un respaldo tan pobre. Y eso puede ser una excusa para los líderes europeos a la hora de descartar a los candidatos a presidir la Comisión Europea y buscar una opción alternativa.