- La infamante letra escarlata del sanchismo no se borrará fácilmente en esa España mejor que empieza a asomar por el horizonte.
1. Sube Feijóo al estrado para dar el discurso de presentación de su candidatura y en el pabellón 10 de Ifema suena atronador el Blitzkrieg Pop de los Ramones, la canción más conocida de la banda y una de las últimas que uno asociaría al PP. Ya saben, la de «hey, ho, let’s go».
Aunque bien pensado, la elección no es tan extraña.
Johnny Ramone, uno de los dos líderes de los Ramones, era un conservador declarado, simpatizante del Partido Republicano y admirador de Ronald Reagan. Hoy sería anarcoliberal y de Milei.
El otro colíder, Joey Ramone, era, sin embargo, socialista.
Así que no está mal tirada la elección para un partido que, como dijo este viernes José María Aznar, está obligado a pescar votantes «a derecha e izquierda». Ayuso, por ejemplo, sería más de Johnny Ramone que de Joey Ramone. Juan Manuel Moreno, más de Joey que de Johnny.
Como soy lento, tardo unos minutos en pillar el guiño de la canción: el «hey, ho, let’s go» del estribillo suena bastante parecido a «fei, jóo, let’s go». Nada mal para un candidato que, durante su discurso, reconoció no saber lo que era un boomer hasta que Noelia Núñez (33 años) se lo explicó.
En realidad, los Ramones son muy boomer. De hecho, Joey Ramone y Johnny Ramone nacieron diez (1951) y trece (1948) años antes que Feijóo (1961).
Pero los gustos musicales de Feijóo no van por el punk neoyorquino de finales de los años setenta, sino por Leonard Cohen, Sabina y Aute, por el lado cantautor, y The Who, Supertramp y la Creedence Clearwater Revival, por el lado del rock anglosajón.
2. En el congreso del PP hay un tipo particular de individuo muy buscado por altos, medios y bajos cargos populares: el periodista con información sobre lo que está ocurriendo en el comité federal del PSOE.
Y es que desde la astracanada del viernes, cuando Pedro Sánchez se organizó un autohomenaje rodeado de dos o tres docenas de figurantes femeninas aplaudidoras, cual Jesús Gil en su jacuzzi de Ferraz o Jesulín de Ubrique en su corrida sólo para mujeres, en el PP nadie sale de su asombro.
«Pero si llegó a la secretaría general del partido socialista de la mano de tres puteros y su suegro ha sido uno de los mayores potentados de la prostitución de este país, ¿a quién pretende engañar?» se lee en los whatsapps que circulan entre algunos populares y algunos periodistas.
Pero la apoteosis llega cuando salta la noticia de que Paco Salazar ha renunciado al cargo de adjunto a la secretaría de Organización del PSOE, para el que había sido nombrado por Pedro Sánchez sólo unas horas antes, tras hacerse públicas varias acusaciones de acoso sexual contra él.
Como escribe uno en X, «Salazar entró en el comité federal del PSOE como Paco y a la salida ya era Francisco». Brillante.
Lo he escrito docenas de veces pero lo repito una vez más: los socios y colaboradores de Pedro Sánchez no se han corrompido tras su llegada al poder ni mucho menos se han limitado a aprovecharse de la debilidad parlamentaria de Sánchez para saquear el país.
Sánchez los escogió a ellos y no a otros (Ciudadanos) porque necesitaba cooperadores a la altura moral de su proyecto personal. Un proyecto profundamente corrupto y destructivo para el que no vale cualquiera.
Sánchez no ha tenido por tanto «mala suerte». Ha escogido. Y ha escogido sabiendo.
3. Muy celebrado en Whatsapp (ayer me hirvió el móvil) es el tuit de El País en el que puede leerse:
Frente a Ferraz se ha concentrado medio centenar de simpatizantes, casi todas mujeres de 50 a 80 años. Gritan “presidente, presidente”.
Frente a Ferraz se ha concentrado medio centenar de simpatizantes, casi todas mujeres de 50 a 80 años. Gritan “Presidente, presidente”, cuenta Elena Reina. Mientras, pasa el autobús de Hazte Oír. Sigue la actualidad del comité federal, en directo https://t.co/ACjzX51C3k pic.twitter.com/680bSsZjn3
— EL PAÍS (@el_pais) July 5, 2025
Pocos tuits a lo largo de los casi veinte años de historia de Twitter/X han transmitido mayor sensación de soledad que ese. «Cincuenta mujeres de 50 a 80 años». No es precisamente el ejército con el que te lanzarías a la conquista de Jerusalén.
Pero supongo que el sanchismo nunca fue nada más que eso: «Guapo, te queremos, eres el mejor, resiste». Que es lo que te decía tu abuela cuando cateabas hasta la gimnasia.
No lo escribiré yo, porque es material radioactivo, pero cuando todo esto acabe, alguien debería escribir un libro sobre la fascinación tóxica de una parte de la sociedad española (ejem) por un presidente que, desde el punto de vista político, y muy especialmente en todo lo relativo al feminismo, sólo puede ser calificado de cínico.
Y me estoy mordiendo los dedos para no utilizar otro adjetivo más explícito.
4. «El PSOE ha muerto y quizá sea para bien» me dice un alto cargo popular. «Fíjate en los que rodean hoy a Sánchez. Son ya cuartos y quintos niveles, ni siquiera segundos o terceros. Y los ministros que le quedan se van a hundir con él. Algunos, porque aspiran a heredar las ruinas, como Óscar Puente. Otros, porque no tienen adónde ir. Y muchos, porque no quieren vivir en un mundo sin sanchismo y han decidido morir políticamente en el búnker, como Goebbels en los últimos días del régimen».
Efectivamente, el sanchismo de hoy sólo se explica por los intereses financieros personales, mucho más relevantes incluso de lo que todos imaginamos, pero sobre todo por ese pánico a una España sin Pedro Sánchez. Por pánico al vacío existencial que le espera a los últimos sanchistas del búnker.
Pero, sobre todo, porque todos saben que la letra escarlata del sanchismo no se borrará fácilmente en esa España mejor que empieza a asomar por el horizonte.
5. El contraste entre el funeral socialista y la boda popular es inescapable.
El PP ha pasado, como explica bien Feijóo durante su discurso, de un congreso, el de abril de 2022, en el que el objetivo era reconstruir un partido destrozado a un congreso, el de este fin de semana, cuyo objetivo es reconstruir España.
El comité federal del PSOE ha sido sin embargo calificado de funeral. Pero no, no es un funeral. La metáfora correcta es la del búnker. O la del Japón que se negó a rendirse tras el lanzamiento de la primera bomba atómica, condenando a sus ciudadanos a una segunda.
6. Los detalles más aplaudidos del sábado en el congreso del PP.
La llegada de Isabel Díaz Ayuso al pabellón 10 de Ifema.
La referencia de Feijóo a Cayetana Álvarez de Toledo durante su discurso.
Pero, sobre todo, la alusión de Feijóo a Ernest Lluch y Fernando Buesa, socialistas asesinados por ETA. «Como su partido no los recuerda ya, lo haremos nosotros» dijo Feijóo.
He oído hablar muchas veces de la superioridad moral de la izquierda española. Pero nunca he visto un solo ejemplo de ella en la realidad.
Ahora bien, si he de señalar un detalle de superioridad moral de uno de los dos grandes partidos españoles sobre el otro, escojo este de Feijóo.
7. Un tópico más. El de «el PSOE es el partido que más se parece a España».
La frase, acuñada por José Luis Rodríguez Zapatero cuando no había llegado todavía a la presidencia, ha sido siempre malinterpretada.
Porque Zapatero no se refería a una especie de Volksgeist nacional del que habría brotado telúricamente un PSOE sintonizado con la «españolidad» profunda y que incapacita e inhabilita a cualquier otro partido para atribuirse la representación de esa españolidad.
Zapatero estaba hablando, simplemente, de los nacionalistas.
Y lo que el secretario general del PSOE quería transmitir en ese momento con esa frase era que su PSOE le iba a dar a los nacionalistas todo lo que pidieran, como en efecto hizo luego, porque los socialistas sí entendían, a diferencia del PP, que España es una nación de naciones.
Es decir, que el sentido recto de la frase era «el PSOE es el partido que más se parece a una España que haya dejado ya de ser España para ser otra cosa diferente».
Diferente… y peor, añado yo.
En cualquier caso. Entendida en su sentido popular, es decir en el de «partido en sintonía con las creencias, las ideas y los sentimientos mayoritarios entre los españoles de un determinado momento histórico», parece más bien que ese partido es hoy el PP de Feijóo.
8. Y a eso, a ese parecido, Feijóo lo llamó ayer «centro». Que es, efectivamente, eso: la creencia mayoritaria de los ciudadanos en un momento concreto.
Hoy, el PP está en el centro. Y en ese centro hay ideas de derechas y de izquierdas. Más de derechas que de izquierdas, creo yo.
Lo repito, porque es importante. El centro no es una ideología política determinada. No es «el término medio», ni «la equidistancia», ni el «vamos a tener la fiesta en paz», ni el «hablemos».
Como dijo Feijóo ayer sábado, «el centro no es indefinición».
Es la opinión mayoritaria de la sociedad española sobre temas muy diversos. Y esa idea puede ser de izquierdas o de derechas.
Un ejemplo.
Respecto al aborto, es muy probable que el centro hoy en España sea una idea más cercana al centroizquierda que a la derecha conservadora.
Respecto al tema de los okupas, el centro es hoy en cambio extrema derecha: desalojo inmediato y cárcel para los okupas.
Respecto a la inmigración ilegal, derecha melonista.
Respecto a las reivindicaciones LGB, centroizquierda pasivo: igualdad de derechos, pero sin coñazos victimistas y, sobre todo, sin que la pamema nos cueste un solo euro.
Etcétera.
Eso es el centro hoy en España.
Y ayer, con su discurso, Feijóo se proclamó líder de ese espacio. Él lo llamó «centro reformista», que es una terminología que no le dice ya nada a ningún español que no viviera la Transición y los años posteriores. Pero tampoco resulta tan difícil comprender a qué se refiere.
9. Tanto en el PP como en el PSOE ha habido este fin de semana unanimidad.
Feijóo es ya el líder del PP por aclamación de su partido. Y en el PSOE, el comité federal ratificó con 315 votos a favor y uno en contra la nueva Ejecutiva del partido.
¿Cómo pueden decir dos unanimidades cosas tan diferentes?
En cualquier caso, y respecto al voto en contra en el PSOE.
Los que hemos leído el libro Soy leyenda sabemos que cuando eres el último representante de tu viejo mundo lo que ocurre no es que estés rodeado de monstruos: es que el monstruo has pasado a ser tú.
Ellos no son vampiros. Ellos son ahora «normales». El vampiro eres tú.
Esto no lo digo con admiración, sino con resignación. ¿Quién quiere vivir en un mundo de vampiros?