José Antonio Zarzalejos-ElConfidencial
- En la operación, participaron los servicios de información de la Guardia Civil, la Unidad Especial de Intervención, dos compañías de los GAR, 100 miembros de la Unidad Central y unidades de apoyo. En total, 600 efectivos
Varias semanas después de la liberación de José Antonio Ortega Lara —hoy hace 25 años—, conocí al entonces capitán de la Guardia Civil Manuel Sánchez Corbí. Mi intención al contactar con él era recabar la máxima información de la operación policial que rescató al funcionario de prisiones tras 532 días secuestrado por la organización terrorista ETA en un zulo inmundo. El funcionario de prisiones destinado en la cárcel de Logroño fue atrapado por un comando de la banda el 17 de enero de 1996 en Burgos, cuando volvía de su trabajo. La Guardia Civil le rescató el 1 de julio de 1997 en una nave industrial en la localidad guipuzcoana de Mondragón.
El joven oficial de la Guardia Civil, Sánchez Corbí, se avino a conversar conmigo —como director de ‘El Correo’—, pero de forma absoluta y totalmente confidencial, sin autorizar la publicación de lo que él me refiriese sobre la operación policial de rescate. No he traicionado mi deber deontológico de reserva durante estos años. Mediaban razones de seguridad.
Transcurrido un cuarto de siglo de la liberación de Ortega Lara, Sánchez Corbí (Valladolid, 1963) ha dejado el Instituto Armado —ya siendo coronel, laureado con múltiples condecoraciones y tras su gestión como jefe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, puesto del que fue destituido por el actual ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska— y ha sido fichado como responsable de Seguridad de Acciona.
Considera que en sus circunstancias actuales no procedería una entrevista, pero me ha autorizado a relatar la conversación que mantuvimos en 1997, así como a desvelar el ‘recuerdo’ personal material que guarda de aquella jornada histórica en Mondragón: la tiene el lector en la fotografía que se publica por primera vez. Se trata de los grilletes con los que fue maniatado Ortega Lara en el momento del secuestro y mientras era trasladado al zulo en el maletero del coche de los etarras. Estaban colgados a la entrada del habitáculo donde el funcionario permaneció más de 530 días. Fue el único recuerdo material del capitán de ese día histórico.
Los términos de nuestra conversación los recogí en un diario que confeccioné durante esos meses terribles y que ahora reproduzco, en parte, por primera vez. Estas son las palabras textuales del entonces capitán Sánchez Corbí, unas espontáneas y otras respondiendo a mis preguntas:
“Ni puedo ni debo hacer declaraciones públicas. Soy capitán de la Guardia Civil desde hace cinco años con destino en el sur de Francia. Naturalmente, mi residencia allí es secreta, aunque, formalmente, pertenezco y me alojo en el cuartel del cuerpo en Inchaurrondo, que es la comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa, muy cercano a San Sebastián”.
«Pertenezco a los servicios centrales antiterroristas de la Guardia Civil y tengo un campo de trabajo muy amplio»
“Pertenezco a los servicios centrales antiterroristas de la Guardia Civil y tengo un campo de trabajo muy amplio, pero sobre todo en Francia, en donde desarrollo tareas de información absolutamente reservadas”.
“Colaboro estrechamente con el servicio de información de la Guardia Civil en Guipúzcoa, que es la que ha llevado la operación de investigación y posterior liberación de José Antonio Ortega Lara”.
“He participado en todas las operaciones importantes llevadas a cabo por la Guardia Civil en Francia, antes y después de la detención de la cúpula etarra en Bidart en 1992, cuando se detuvo en ese pueblo francés al colectivo Artapalo, integrado por los terroristas Francisco Múgica Garmendia (Pakito), Luis Álvarez Santacristina (Txelis) y Joseba Arregui Erostarbe (Fitipaldi)”.
“También participé en la desarticulación del aparato logístico de la banda terrorista en 1996. Se culminó con la detención de su responsable, Julen Atxurra Egurrola, alias ‘Pototo’. Fue un golpe también muy duro para la banda”.
“La operación policial para investigar el secuestro de Ortega Lara y liberarle fue larga y costosa. Participó todo el servicio de información de la Guardia Civil, calcula que 200 efectivos; también toda la Unidad Especial, unos 50 efectivos, más dos compañías del GAR (Grupos de Acción Rápida), 100 personas y otras unidades de apoyo. Yo diría que, en conjunto, la operación implicó a unos 600 efectivos de la Guardia Civil”.
“La pista para llegar hasta la nave industrial la logró el servicio de información de la Guardia Civil de San Sebastián. Se interceptó a un terrorista con un mensaje que incorporaba las siglas ‘BOL’. Se trataba, creíamos, de Josu Uribetxebarria Bolinaga, al que conocíamos como un terrorista despiadado. Y acertamos”.
“Cuando localizamos la nave industrial bajo la que estaba el zulo con Ortega Lara, nos cuadraban todos los indicios. El edificio se prestaba a ser el escondite para un secuestro. Pero no conseguíamos encontrar el lugar exacto”.
“Es verdad que hubo un momento en el que flojeó la moral, pero no la fe. Bolinaga no decía nada. Se mostraba duro y frío como una roca, escéptico de que pudiéramos encontrar el agujero. Esperaba que no diésemos con el zulo. Aguantamos. Y una holgura en una máquina nos dio la pista. Bolinaga reconoció que allí estaba el zulo. Pero el mecanismo de su apertura estaba estropeado. Terminamos por abrirlo. Nos retroalimentamos moralmente entre nosotros”.
«Es verdad que hubo un momento en el que flojeó la moral, pero no la fe. Bolinaga no decía nada. Se mostraba duro y frío como una roca»
“Cuando sacamos a Ortega Lara, estaba en ‘shock’. Apenas entendía nada y solo se fijaba a su alrededor con los ojos muy abiertos. No decía nada. Yo le tranquilicé”.
“Ortega Lara estuvo muy poco tiempo en la nave. Teníamos preparada una ambulancia del cuerpo que le llevó a un hospital de San Sebastián. En la ambulancia le acompañó personal médico de la Guardia Civil y un comandante”.
“Habíamos dado un gran golpe a ETA. Se tardó, porque no había ningún indicio bueno, aunque se trabajó sobre infinidad de ellos. El comando que secuestró a Ortega Lara era la ‘joya de la corona’ de ETA y lo conocía solo el jefe del aparato logístico de la banda. Y lo preservaban para que no hubiese filtraciones”.
“Tuve buena relación con Baltasar Garzón. Yo no estaba formalmente encuadrado en la investigación que dirigía un capitán de información de San Sebastián. Mi misión con el magistrado consistió en recogerle, y a la comisión judicial, al llegar al aeropuerto de Fuenterrabía y acompañarlo durante toda la operación. Y así lo hice toda la noche, hasta que los dejé en el cuartel de la Guardia Civil de Éibar, en donde otros compañeros los trasladaron hasta Bilbao”.
“Nunca pensamos que la reacción a la liberación de Ortega Lara fuese el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Esperábamos, sí, un atentado, pero no lo que ha sido”.
“La operación de investigación y liberación de Ortega Lara ha sido la victoria moral más importante en la lucha contra ETA”.
Días antes de esta conversación, había bajado con otros colegas al zulo en el que estuvo secuestrado Ortega Lara. Descender hasta aquel cubil, como muestra la fotografía, requirió la ayuda de miembros de la Guardia Civil. Parecía un infierno inaccesible. Lo que allí vimos y sentimos no tiene descripción.