ANTONIO ELORZA, EL CORREO – 13/02/15
· La millonaria subvención puede interpretarse como un recurso necesario para hacer efectiva la infiltración en España del proyecto político de Hugo Chávez.
El tema de los cientos de miles de euros inicialmente no declarados se está convirtiendo en un verdadero martirio para el interesado y para Pablo Iglesias. El líder había declarado una y otra vez que su organización sería implacable ante un acto de corrupción cometido por alguno de los componentes de Podemos. En una conferencia pronunciada hace menos de dos meses por Monedero en el Ateneo de Madrid, las cosas habían quedado aún más claras: «No puede ser que el fraude fiscal sea desarrollado con impunidad». Bravo.
Ahora Juan Carlos Monedero se ha convertido en «el enemigo público número uno», según sus propias palabras. Debió habérselo esperado desde un primer momento. Una vez que Podemos hizo de la corrupción la seña de identidad principal de ‘la casta’, resultaba lógico que ésta reaccionara para destrozar la imagen de pureza con que se presentaba el nuevo partido.
Ahora bien, la cuestión fiscal está ocultando lo que tal vez supone otra faceta del problema. Se trata de que el grupo de ‘contrapoder’, hoy convertido en Podemos, debiera su presencia pública, fundamental para el ascenso político, a una fuente de financiación exterior, cuyas motivaciones hasta ahora desconocemos. No es normal que un partido político nacional, y Podemos lo es hasta el punto de identificarse con mayo de 1808, tuviera verosímilmente como origen haber sido instrumento de las políticas y de las ideas de otro Estado, por maravillosa que haya sido la figura de ese Hugo Chávez, de quien Pablo Iglesias decía algo así como que «Chávez vivo es invencible, Chávez muerto es inmortal», respaldado por la declaración de Íñigo Errejón de «todos (casi) somos Chávez».
Nos falta la cara oculta de esa relación establecida por Monedero con el presidente venezolano, de la cual solo conocemos su importancia y su intensidad, concretada en la labor de consejero asumida por el profesor español, en la amistad entre ambos y en el encargo a éste de la dirección del instituto encargado de la orientación doctrinal bolivariana Francisco de Miranda.
No es poca cosa, pero quedan en la sombra las implicaciones políticas sin las cuales el episodio de la millonaria subvención económica resultaría inexplicable.
El sustrato ideológico del chavismo de Juan Carlos Monedero está más que probado por vídeos y grabaciones conservadas en la red. Monedero ve en Chávez la solución para el reto que plantea a los pueblos el cerco de la globalización y del neoliberalismo. También la forma de conjugar la forma de la democracia representativa con su erosión desde el vértice del poder hasta convertirla en factor de legitimación formal de una deriva autoritaria. Todo ello se resuelve en un reiterado ejercicio de expresión del culto a la personalidad del Comandante, culminado en un discurso necrológico que recuerda en caricatura al famoso pronunciado por Stalin ante el Congreso de los Soviets al morir Lenin en 1924, y también a las conocidas profesiones de fe en la infalibilidad de Mao de los años 60. Podría resumirse en la frase de que «cuando no sepamos qué hacer, preguntémonos qué haría Chávez». Cabría aventurar que la obsesión por presentarse en todo momento como gran sacerdote del chavismo explica el distanciamiento posterior de unos sucesores frente al autosuficiente ‘infiltrado’ –calificación humorística de Chávez– venido de la madre patria.
A pesar de ello, no es lícito pensar que las subvenciones llegaran por una simple relación de amistad. Más bien pueden interpretarse como recursos necesarios para una política, aquí sí de infiltración, en España del proyecto político encabezado por Hugo Chávez. La actuación de ‘contrapoder’ en la Facultad de Políticas de la UCM hacía posible la constitución de un espacio cerrado, al cual tuvieran acceso los portavoces de la constelación chavista en Latinoamérica, en tanto que eran vetados los políticos demócratas que podían representar una desagradable alternativa. Y más aún si como en el caso de Rosa Díez habían ejercido una oposición frontal a ETA, nuestras FARC: conviene recordar que el primer acto de Podemos en 2007, lo evocaba Pablo Iglesias, consistió en un llamamiento a la liberación de De Juana Chaos y que lo primero que hacían ya en 2008 frente a Rosa los peones estudiantiles de la ‘troika’ en gestación –Mone, Pablo, Errejón– era cantarle el ‘Eusko gudariak’ y gritar aquello de «Vosotros, fascistas, sois los terroristas». El éxito de la operación, limitada en su alcance, les llevó a abordar la segunda etapa, bien conocida, de ‘La Tuerka’, en la TelaK de Vallecas, que cuando es interrumpida por orden superior, cede paso nada menos que a la instalación del ‘revolucionario’ Pablo Iglesias en HistvanTV, la sorprendente cadena de los ayatolás iraníes en Madrid, para recomendar la represión inmisericorde –la guillotina– contra «los opresores». Y la cercanía de Ahmadinejad y Chávez es sabida. La pregunta es bien fácil: el grupo dirigente de ‘contrapoder’, ¿a qué jugaba? Una cosa era admirar un régimen; otra ser su instrumento.
Ahora Chávez ha pasado a un baúl que no se abre. Razón de más para exigir de Iglesias y de Monedero que aclaren el fondo político, no el fiscal, de las subvenciones, y que enjuicien, o confirmen, esa fase suya de formación ideológica, a mi juicio aún vigente. Monedero se presenta en público como «secretario de Proceso Constituyente», y en sus peroratas no olvida afirmar que nuestra democracia es «de risa», con lo cual lógicamente habrá de ser sustituida y Podemos tiene las claves: el «empoderamiento del pueblo» (perdón de ‘la gente’), realizado gracias a la dirección de un líder carismático –ya lo tenemos– con la ‘participación’ popular –que no incluye la decisión– y una resuelta vocación de destruir a quienes obstaculicen esa misión populista, aquí y ahora ‘la casta’. En la estela de Chávez, Podemos aspira al monopolio de poder. Así se asaltan los cielos.
ANTONIO ELORZA, EL CORREO – 13/02/15