Editorial-El Correo
El Gobierno retiró ayer su propuesta de techo de gasto de la tramitación parlamentaria ante el riesgo cierto de que la tumbara de nuevo Junts, lo que le impediría presentar incluso los Presupuestos. Pese a ello, sus críticas no se dirigieron al socio que está dejando reiteradamente en minoría la «mayoría de progreso», sino a «la irresponsabilidad del PP». Cualquiera que sea el desenlace final, posponer el trance permite al Ejecutivo ganar tiempo para apurar el diálogo con Carles Puigdemont y su grupo, aunque sea a costa de escenificar una vez más su dependencia de un prófugo de la Justicia. Toda negociación entre partidos comporta engaño mutuo y autoengaño. Pero ni el socialismo de Pedro Sánchez puede mantener una legislatura en el alambre minuto a minuto sin que ello afecte a la credibilidad de las instituciones y a la confianza de los ciudadanos en el país como algo más que una identidad difusa. La legislatura hace agua cuando el presidente reclama el apoyo de quienes votaron ‘no’ a su investidura y es incapaz de confrontar públicamente con quienes se lo niegan después de haberles concedido la amnistía y un trasunto de Concierto y Cupo para Cataluña.