Andoni Pérez Ayala-El Correo
- La evidencia de la inestabilidad de la mayoría parlamentaria del Gobierno puede reproducirse en la aprobación de los Presupuestos
La forma en que ha arrancado el periodo de sesiones, que cuando finalice a comienzos del verano nos situará ya en el ecuador de la legislatura, es un reflejo de cómo se viene desarrollando esta desde sus inicios, en agosto de 2023. Lo ocurrido en los recientes plenos del Congreso ofrece muestras ilustrativas de la situación anómala que marca el desarrollo de la legislatura. En la sesión del 22 de enero fue rechazado el ‘decreto ómnibus’ del Gobierno, lo que puso de manifiesto la precariedad de los apoyos parlamentarios con que cuenta; y posteriormente, en el pleno del 12 de febrero, no solo se recompuso la denominada ‘mayoría de la investidura’ sino que, además, la principal fuerza de la oposición se sumó también al voto afirmativo del nuevo decreto. Aunque este omite algunos puntos del anterior, mantiene los principales elementos que pocos días antes habían sido rechazados.
Las elecciones del 23-J dieron lugar a un mapa político que planteaba serios problemas para poder articular mayorías parlamentarias sólidas y estables, como lo ha corroborado el curso de los acontecimientos a lo largo de estos casi veinte meses de legislatura transcurridos desde entonces. A la vista de lo ocurrido durante este periodo puede afirmarse que nos encontramos en una situación en la que la denominada ‘mayoría de la investidura’ no ofrece garantía alguna para poder asegurar un respaldo parlamentario suficiente y estable al Gobierno, como se ha puesto de manifiesto reiteradamente, la última vez con el ‘decreto ómnibus’. Y, por otra parte, la oposición tampoco tiene posibilidad alguna de articular una mayoría parlamentaria alternativa.
Los británicos, que son los que más han contribuido históricamente a la configuración del modelo parlamentario clásico, tienen una expresión muy gráfica -‘Hung Parliament’ (Parlamento colgado)- para referirse a la situación que se da cuando el Legislativo se encuentra en un ‘impasse’ que le impide desarrollar sus funciones con plenitud por carecer de una mayoría suficiente. Es lo que en buena medida está ocurriendo entre nosotros a lo largo de la legislatura en curso y que, además, tiene todas las trazas de prolongarse durante lo que queda de ella. No hace falta decir que los británicos consideran el ‘Hung Parliament’ como una situación anómala que afecta muy negativamente al correcto funcionamiento de la vida parlamentaria.
Si bien en este inicio del periodo de sesiones el ‘cuelgue parlamentario’ no ha impedido corregir el revés inicial del Gobierno en el ‘decreto ómnibus’ con la posterior aprobación del Congreso, ello no debe inducir a creer que de esta forma se soluciona el problema de fondo, la falta de una mayoría parlamentaria estable y efectiva (la ‘mayoría de investidura’ no lo es). En estas condiciones, lo más previsible es que situaciones como la que se ha dado en la apertura del periodo de sesiones vuelvan a reiterarse próximamente.
Una ocasión en la que vamos a tener la oportunidad de comprobarlo va a ser en el debate y aprobación de los Presupuestos, una asignatura pendiente -y no precisamente una ‘maría’- del anterior periodo de sesiones, en el que debían haber sido aprobados. Es esta, sin duda, una de las tareas prioritarias a afrontar si no queremos llegar al ecuador de la legislatura sin haber sido capaces de sacar adelante ninguna de las Cuentas del Estado. Además, ni siquiera han podido ser debatidas en el Parlamento.
No es previsible (con el permiso de Keynes, que mantenía que siempre ocurre lo inesperado) que vayan a producirse grandes cambios que alteren la dinámica parlamentaria seguida hasta ahora. Lo más probable es que sigamos asistiendo a sesiones como las recientes en el Congreso, con votaciones que pongan de manifiesto las dificultades para poder sacar adelante las propuestas del Gobierno como consecuencia de la falta de una mayoría parlamentaria efectiva. Afrontar esta situación constituye, sin duda, una de las principales prioridades.
De ello depende que en el periodo de sesiones que acaba de comenzar se ponga fin a las anomalías derivadas del ‘cuelgue parlamentario’ (tomando prestado el léxico británico) en el que se está desenvolviendo la legislatura desde sus inicios y se despejen las dudas sobre su continuidad o bien sobre su final anticipado.