Ahora que Ibarretxe no ha conseguido su objetivo de una mayoría absoluta en el Parlamento vasco, resulta que Zapatero se lo regala y lo proclama anticipadamente lehendakari con el gesto de recibirlo en La Moncloa antes de que sea investido por el Parlamento. Ibarretxe se frotará las manos ante la perspectiva de tan insólita entrevista.
Quizá sea porque la atención de todo el mundo está concentrada en el nuevo Pontífice, pero el caso es que aquí, en Euskadi, parece como que nada hubiera ocurrido en las elecciones del pasado domingo. Los mismos que gobernaron en la legislatura anterior dan por supuesto que, a pesar de haberse dado un notable batacazo, volverán a gobernar en la presente y, no contentos con ello, se disponen ahora a entablar conversaciones, no para asegurarse la todavía incierta investidura de su candidato, sino nada menos que para alcanzar un gran acuerdo sobre la normalización y la pacificación del país. Por lo visto, el hecho de haber perdido la posibilidad de construir una mayoría parlamentaria suficiente no es motivo que los mueva a proceder, al menos, con un poquito más de modestia.
Claro que tampoco la oposición está ayudando en exceso a que los ganadores del domingo se hagan cargo de las notables limitaciones de su victoria. El Partido Popular bastante tiene, por lo visto, con utilizar la presencia del Partido Comunista de las Tierras Vascas en el Parlamento para atizar al presidente del Gobierno y ocultar, de paso, la pérdida de más del treinta por ciento de su electorado. Y el Partido Socialista, por su parte, parece tan ensimismado en sus positivos resultados electorales que está dando la razón, sin quererlo, a quienes atribuyen en exclusiva su éxito al ‘efecto Zapatero’, toda vez que en manos de éste parecen haber decidido dejar sus líderes locales las negociaciones para formar gobierno, y hasta el futuro entero del país. No cabe, en efecto, interpretar de otro modo el anuncio de que el presidente del Gobierno central recibirá solemnemente en La Moncloa, el próximo 5 de mayo, al actual lehendakari en funciones.
Me imagino al señor Ibarretxe frotándose las manos ante la perspectiva de tan insólita entrevista. Él mismo la había anunciado, día sí día no, a lo largo de toda la campaña como la garantía más visible de que él sería sin duda alguna el único lehendakari posible del país. Ahora que no ha conseguido su propósito -o, al menos, no con la seguridad con que él se lo había prometido-, resulta que Zapatero se lo regala y lo proclama anticipadamente lehendakari con el gesto de recibirlo en La Moncloa antes de que sea investido por el Parlamento. Nunca en la historia del autogobierno vasco había ocurrido cosa parecida. Algunos lo considerarán producto del nuevo talante. Para mí es, más bien, una notable equivocación. Piénsese, si no, en la cara que se le habrá puesto a Patxi López, que ya se había adelantado a anunciar la posibilidad de presentarse a sí mismo como candidato alternativo a la investidura.
José Luis Zubizarreta, EL CORREO, 21/4/2005