Entrevista a el Lehendakari IÑIGO URKULLU, EL CORREO 21/10/13
· Aboga por un acuerdo sobre el nuevo estatus que incluya «al menos» a una sensibilidad no nacionalista
Recién llegado de su periplo por Estados Unidos, el lehendakari Urkullu dice no haber sufrido los temidos efectos del ‘jet lag’. Ciertamente, no lo parece. Tras mostrar al visitante los nuevos cuadros abstractos que dan un toque de modernidad a la gran sala de reuniones en Lehendakaritza –préstamo del museo de Bellas Artes–, el jefe del Ejecutivo de Vitoria saca brillo a un argumentario que se ve bien pulido y ensayado para hacer balance del año transcurrido desde la victoria del PNV en las elecciones de 2012. Incluso, en ocasiones, se queja de la interpretación de sus mensajes en los medios. Y saca pecho, pese a haber pasado en minoría buena parte de ese tiempo. «Hemos hecho cosas que ningún otro gobierno se ha atrevido a hacer».
– Un año después de las elecciones, ¿podía imaginarse entonces un pacto a tres con PSE y PP?
– Fue el planteamiento en campaña e intento ser honesto y leal con mis compromisos. Me felicito. Creo que es positivo para la sociedad que hayamos sido capaces de alcanzar consensos tras años de frentismo.
– Admitirá que su primera intención de gobernar en solitario se destapó como un error de cálculo.
– No, en absoluto. Me gustaría gobernar con mayoría absoluta, sí, para tener una legislatura tranquila; ése fue el deseo con el que iniciamos la ronda de conversaciones y el planteamiento que hicimos a las fuerzas con las que nos daban los números. Pero cada partido tenía sus circunstancias internas y no fue posible. Tocaba asumir la responsabilidad sin dejar pasar el tiempo y esmerarse en buscar acuerdos.
– ¿No ha sido un año perdido?
– Eso es un tópico de la oposición. Hemos hecho, siendo un gobierno en minoría, lo que ningún gobierno ha hecho antes en las circunstancias que nos ha tocado vivir. No hemos tenido la suerte de vivir un ciclo económico expansivo y, con todo, hemos reducido el sector público, la estructura de gobierno y el gasto corriente. Hemos hecho un ejercicio de consolidación fiscal, hemos presentado un plan de empleo, otro de reactivación económica, el de paz y convivencia, un programa de gobierno y otro legislativo, hemos provocado una mesa de partidos y otra de instituciones… Hemos alcanzado un acuerdo con el PSE ampliado al PP. En nueve meses hemos hecho muchísimas cosas que ningún otro gobierno se ha atrevido a hacer.
– ¿Se puede dar por superada la política de bloques para otros quince años?
– No sé para cuánto tiempo, pero, aunque esta sociedad es muy mestiza y no ha vivido un enfrentamiento entre comunidades, entre las formaciones políticas sí está calando la normalidad que faltaba. El eje entre nacionalistas y no nacionalistas vascos y el de derechas e izquierdas van cayendo y eso es bueno.
– ¿Ha quedado aislada la izquierda abertzale?
– La izquierda abertzale tendrá que hacer, como los demás, su análisis y su autocrítica. Y no sólo la que le exigimos con respecto a su pasado condicionado por la práctica del terrorismo y la justificación de la violencia, sino también por un modelo de gestión que respeto pero que no tiene parangón en la UE y por su autoexclusión. No puede imputarse al lehendakari o al PNV el no querer tener relación, que la queremos.
– ¿Debe prepararse para ser desalojada por una extensión del acuerdo a las elecciones de 2015?
– No me corresponde a mí decirlo, sino a los partidos.
Sin «vino y rosas»
– En verano dijo estar decepcionado con Rajoy. ¿La nueva interlocución con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha cambiado drásticamente las cosas?
– No diría que drásticamente. Mantengo lo que dije entonces, que la relación en las formas es muy correcta pero hay una falta de resultados. Que el PNV haya llegado a un acuerdo con el PP sobre la reforma local no quiere decir que ahora todo es vino y rosas, no. Tenemos silencio absoluto sobre la convocatoria de una Junta de Seguridad y sobre las inversiones en Euskadi. No nos gusta el proyecto de ley de acción exterior, no hay un proyecto conocido en paz y convivencia, la LOMCE invade competencias. Sí hemos trabajado en una interlocución que vaya más allá de las buenas maneras y dé sus frutos. Veremos si tiene su continuidad, ojalá que sí.
– ¿Mantiene el hilo telefónico directo con Rajoy?
– Existe, pero no sé si lo mantenemos. Intenté hablar con él cuando estaba viajando a Japón y no pude. Tendrá constancia de mi llamada.
– ¿Para qué le llamó?
– Para hacer un repaso de situación, preocupado en aquel momento por la política del Ministerio del Interior.
– Preocupado por la operación de Herrira, entonces.
– Sí, y en general. Había venido el ministro y no había tenido la deferencia de hablar con la consejera de Seguridad.
– ¿Le preocupa un posible retroceso en el camino hacia la paz?
– Me preocupa que podamos seguir avanzando pero no creo que haya riesgo de retroceso por parte de ETA, veo un compromiso absoluto por parte de la izquierda abertzale. Sí hay un bloqueo en un asunto en el que algunos priman no el beneficio de la sociedad vasca en su conjunto, sino el concepto de victoria, derrota o humillación. La izquierda abertzale debe ser consciente de que ellos mismos reconocieron que el proceso es unilateral –y por eso exijo un gesto de desarme y una lectura crítica del pasado–, pero también pedimos al Gobierno una flexibilización de la política penitenciaria. Las posiciones en el PP se están enquistando y me preocupa.
– ¿El primer paso es el desarme?
– No pongo uno por delante del otro, son dos caminos convergentes. Es ETA la que está en deuda con la sociedad vasca. Pero todos podemos dar pasos en el camino hacia la normalización de la convivencia. Y quien puede acelerar esos pasos es el Gobierno español. El caso de las herriko tabernas será una buena prueba de fuego para ver cómo actúa la Audiencia Nacional y quiero pensar que, por lo que estamos viendo en materia de aplicación de beneficios penitenciarios o de la ‘doctrina Parot’, también en ese tribunal hay una consideración de que vivimos un nuevo tiempo.
– ¿Era necesario ir a EE UU para recibir un espaldarazo al plan de paz que aquí no ha obtenido?
– No ha sido ése el motivo, en absoluto. Es un plan del gobierno y no necesita ser aprobado por el Parlamento. No tenemos necesidad de salir al exterior a recabar apoyos porque, por ejemplo, entre los movimientos sociales hemos encontrado mucho apoyo al borrador. En cambio, los partidos con representación parlamentaria –cinco aportaciones de 28–, curiosamente, acusan al plan de decir lo que no dice. Me pregunto si las posiciones de los grupos no están prefijadas con antelación, sea cual sea el contenido del plan.
– ¿Desiste entonces de ampliar el consenso político en torno al plan?
– No busco los apoyos políticos, busco un plan de paz lo más integrador e incluyente posible. Sí aseguro que para cuando presentemos el definitivo a finales de noviembre habremos hecho un trabajo de incorporación de muchas de las aportaciones. Estoy seguro de que en la intimidad y en lo privado algunos de los grupos que ahora se pronuncian de manera absolutamente crítica estarán dispuestos a seguir con esa guía de referencia.
– Cuando habla de los retos de la Euskadi de 2020, ¿está pensando en su legado político a dos legislaturas vista?
– No, en absoluto. Estoy trabajando también con el horizonte de 2030. – Por cierto, ¿se ha puesto algún plazo para ser lehendakari?
– No, no. Dependerá de lo que decida el partido y de los resultados electorales. Estoy mirando sólo a esta legislatura.
– ¿Está dando largas sobre la fecha de la consulta?
– ¿El que yo diga cómo me gustaría que fuera Euskadi en 2020 significa que tenga esperar a 2019 para conseguirlo? No.
– Aunque mantenga entonces la meta de 2015, ¿ve realista que para esa fecha se haya podido alcanzar un acuerdo sobre el nuevo estatus para refrendarlo en una consulta?
– Va a haber que trabajar mucho. El planteamiento del ejercicio al derecho a decidir yo lo entiendo como una herramienta y digo: ‘ejercitemos el derecho a decidir’, sin saber cuál va a ser la pregunta o las preguntas, sin saber si van a ser una o dos o tres… Ejercitémoslo después de 34 años de un estatus de autogobierno, en unas circunstancias y contextos determinados que han cambiado radicalmente. Lo más rico que se puede plantear es un acuerdo en una institución para que pueda ser refrendado por la sociedad. Pero para eso hace falta voluntad y parece que en estos momentos no hay voluntad por parte de todos.
– ¿Se celebrará una consulta en Euskadi a medio plazo?
– Vamos a empezar con el primer paso, constituir una ponencia en este período de sesiones en el Parlamento. Yo no soy como lehendakari quién pueda decidir ni tan siquiera decir si en 2015 va a haber o no una consulta. Todo depende de los grupos parlamentarios.
– ¿Y más adelante?
– No pongo plazos, aunque me gustaría que fuera en 2015 en cumplimiento del programa electoral y de mi programa personal. Pero no está sujeto a la voluntad exclusiva del lehendakari ni del PNV, en la medida en que planteamos un camino a recorrer en la búsqueda de un acuerdo. Y a partir de ahí, una consulta, sí. Una consulta legal, absolutamente democrática, y pactada, tomando como referencia el referéndum que va a tener lugar en Escocia el 18 de septiembre del año que viene.
– Viendo lo que sucede en Cataluña, ¿alberga alguna esperanza de que eso sea posible?
– Respeto absolutamente el camino de Cataluña, es una referencia, pero una más. El Gobierno español se puede mirar en el británico, y eso puede servir para Cataluña y para Euskadi desde el respeto a los hechos diferenciales de las nacionalidades históricas.
– Sin embargo, un acuerdo en esa clave no parece ser la prioridad de Rajoy en el caso de Cataluña, con la incidencia que tiene en el conjunto del PIB español. ¿Qué le hace pensar que será posible un acuerdo con una Euskadi con menor peso económico?
– No sé si es una prioridad o no, pero sí una preocupación y una ocupación para el Gobierno español. No tengo por qué pensar que las posiciones están tan enquistadas como se traduce en público.
– ¿Extraen alguna lección de lo que está pasando en Cataluña?
– En el PNV hace años que vivimos nuestro proceso, entre 2001 y 2007, y hemos venido impregnándonos de una máxima que debemos a un Nobel de la Paz: ‘Se puede amar lo que se es sin odiar lo que no se es’. – Una de las frases predilectas de Ibarretxe, por cierto.
– Sí, hablo de esa época, claro.
– Y sin embargo usted parece que no quiere caer en sus errores.
– No fue un error, él siguió el procedimiento previsto en el Estatuto, a la luz además de un incumplimiento de ese Estatuto. Fue leal, respetuoso y legal. Otra cosa es que, vista la experiencia, yo plantee una metodología diferente, que redundará en un resultado diferente. Buscamos un acuerdo integrador y plural. Es materia sensible porque hay diferentes sentimientos de pertenencia. Si eso no es posible, tendremos que trabajar otra metodología.
Respeto a la pluralidad
– ¿Hay ya un ‘plan B’?
– No. Pero veo las posiciones de los grupos y tengo que estar atento también a que puedan enquistarse.
– ¿Qué mayoría sería necesaria para ese acuerdo?
– Hablamos de construir la sociedad vasca desde la integración, la cohesión y el respeto a la pluralidad. No estamos en el juego de mayorías y minorías.
– O sea, que habría que integrar a alguna de las sensibilidades no nacionalistas.
– Por lo menos, sí. Hay muchos aspectos, como la relación con Navarra o la bilateralidad, que hay que definir, y por eso el acuerdo no puede ser sólo entre nacionalistas o sólo entre no nacionalistas, como lo fue la legislatura pasada.
– ¿Contempla que la negociación exigiera renunciar a su aspiración de Euskadi, nación en Europa?
– No lo entiendo como renuncia, sino como un proceso gradual.
– ¿Ser nación en Europa es ser un Estado en Europa?
– Hablamos de una nación sin Estado. Me gustaría que fuera un Estado.
Entrevista a el Lehendakari IÑIGO URKULLU, EL CORREO 21/10/13