1.Como saben, el pasado miércoles escribí una carta dirigida a toda la ciudadanía. En ella les planteaba si merecía la pena soportar el acoso que desde hace diez años sufre mi familia a cambio de presidir el Gobierno de España. Hoy, tras estos días de reflexión, tengo la respuesta clara.
Ahora sabemos ya que la «decisión» no era tal, que había un plan, que Sánchez sabía perfectamente lo que iba a hacer antes de escribir la carta, y que todo ha sido un trampantojo destinado a generar una nueva legitimidad presidencial ajena a la constitucional. Una legitimidad popular, por aclamación, y cuya justificación final es la supuesta lucha contra una imaginaria ultraderecha frente a la cual la única opción imaginable es Pedro Sánchez.
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He decidido seguir, con más fuerza si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España.
Asumo mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y serenidad, por la regeneración de nuestra democracia y por el avance en derechos y libertades.
Esta decisión no supone un… pic.twitter.com/RIhA7xS7QY
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) April 29, 2024
2. Si aceptamos todos como sociedad que la acción política permite el ataque indiscriminado a personas inocentes, entonces no merece la pena.
Sánchez empieza a justificar aquí su presunta «decisión» dibujando un relato maniqueo que empieza con un «ataque indiscriminado a personas inocentes». Un ataque a personas inocentes del que él y su partido han sido responsables desde el primer día, como pueden atestiguar la mujer de Alberto Núñez Feijóo o el hermano de Isabel Díaz Ayuso.
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3. Si consentimos que la contienda partidista justifique el ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad hacia terceras personas, entonces no merece la pena.
El presidente que reveló en el Congreso de los Diputados su voluntad de levantar un «muro» contra la mitad de los españoles se muestra aquí extraordinariamente preocupado por el ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad.
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4. Si permitimos que las mentiras más groseras sustituyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias, entonces no merece la pena. Por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta, y ver cómo se intenta destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento.
Una más. El presidente que convirtió las mentiras en «cambios de opinión» alerta sobre las mentiras «groseras» y defiende «el debate respetuoso y racional basado en evidencias». Luego alude a «las personas que uno más quiere», obviando la evidencia de que ha utilizado a su mujer Begoña Gómez como señuelo, poniéndola a los pies de los caballos de la prensa internacional, fingiendo una crisis matrimonial y engañando a todos los españoles (y a su propio partido) con el objetivo de escenificar una supuesta emergencia nacional frente a la cual él se erige, unilateralmente, como caudillo redentor.
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5. Tal y como les anuncié, necesitaba parar y reflexionar sobre todo ello. Y sé que la carta que les envié pudo desconcertar, porque no obedece a ningún cálculo político. Y es cierto. Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que en política no suele ser admisible. He reconocido ante quienes buscan quebrarme, no por quien soy, sino por lo que represento; que duele vivir esta situación, que no deseo a nadie.
«No obedece a ningún cálculo político». Probablemente la mayor mentira de todo su discurso. «Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que en política no suele ser admisible» dice luego. ¿El del amor al poder? ¿El del tacticismo extremo a costa de los españoles y de su propia familia? Si algo ha demostrado hoy Pedro Sánchez es que no es un hombre enamorado. O, al menos, no de quien él dice estar enamorado.
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6. También porque sea cual sea nuestro oficio, nuestra responsabilidad laboral, vivimos en una sociedad donde sólo se nos enseña y se nos exige mantener la marcha a toda costa. Pero hay veces en que la única forma de avanzar es detenerse, reflexionar y decidir con claridad por dónde queremos caminar.
Retórica. Sánchez se adorna, se regodea, se gusta y prepara el terreno para el gran desenlace.
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7. He actuado desde una convicción clara. O decimos basta o esta degradación de la vida pública determinará nuestro futuro condenándonos como país. Es cierto que he dado este paso por motivos personales, pero son motivos que todo el mundo puede entender y sentir como propios, porque responden a valores troncales de una sociedad solidaria y familiar como es la española.
«Es cierto que he dado este paso por motivos personales». Sánchez anuncia su intención de acaudillar el tránsito hacia una nueva España por amor hacia su mujer. Seremos una democracia bajo vigilancia, pero por amor.
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8. Porque esto no es una cuestión ideológica. Estamos hablando de respeto, de dignidad, de principios que van mucho más allá de las opiniones políticas y que nos definen como sociedad. Esto nada tiene que ver con el legítimo debate entre opciones políticas. Tiene que ver con las reglas del juego.
Las reglas del juego que él está demoliendo en directo. Y en una comparecencia, por cierto, sin prensa y sin preguntas, en contra de lo anunciado en su carta del miércoles. En la nueva democracia que va a fundar Pedro Sánchez no caben las preguntas al líder.
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9. Si consentimos que los bulos deliberados dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de esas mentiras a tener que demostrar su inocencia en contra de la regla más elemental de nuestro Estado de derecho. Si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido. Si, en definitiva, permitimos que la sinrazón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia.
Demagogia. «Si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido». Una vez más, Sánchez utiliza a su esposa como pretexto. En realidad, lo que está en duda no es el hecho de que Begoña Gómez trabaje en vez de quedarse en casa atada a la pata de la mesa de la cocina, sino un posible tráfico de influencias del que han advertido durante años incluso los medios más cercanos y amables con el presidente. Resulta irónico además que Sánchez se escandalice por la presunta «relegación» de la mujer cuando él ha utilizado a su esposa para esta operación de inquietante populismo. ¿Y acaso no es esa la mayor «relegación de la mujer» que cabe imaginar?
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10. Exigir resistencia incondicional a los líderes objeto de esa estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores. Y confundir libertad de expresión con libertad de difamación es una perversión democrática de desastrosas consecuencias.
Aquí Sánchez insinúa ya sus próximos pasos. «Confundir libertad de expresión con libertad de difamación» dice, olvidando que los delitos de injurias y calumnias ya están contemplados en el Código Penal. Que Sánchez haya utilizado la palabra «difamación», que no existe con ese nombre en el Código Penal, hace pensar en una reforma legislativa destinada a ahormar y amedrentar a los medios críticos.
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11. Por tanto, la pregunta es sencilla: ¿queremos esto para España? Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndola.
¿Diez años? Sánchez se ampara en las noticias sobre la presunta investigación de los negocios de su suegro que el PP habría encargado al comisario Villarejo a partir de 2014. Pero lo que pretende Sánchez en realidad es dibujar un relato de persecución despiadada que no ha sido tal. ¿O acaso pretende Sánchez para su mujer y su Gobierno el mismo tipo de impunidad que él ha regalado a los líderes del procés?
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12. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella. Lo importante, lo verdaderamente trascendente, es que queremos agradecer de corazón las muestras de solidaridad y de empatía que hemos recibido, de todos los ámbitos sociales. Lógicamente, me van a permitir un agradecimiento especial a mi querido Partido Socialista.
El mismo Partido Socialista al que él ha mantenido en la inopia mientras urdía una operación que debería levantar ya todas las alarmas en el partido. La única excepción en el PSOE a ese estado de total ignorancia de las intenciones de Sánchez ha sido Tezanos, que puso en marcha una encuesta del CIS destinada a justificar el presunto apoyo de los españoles a la decisión del presidente y cuyos resultados se anunciarán durante los siguientes días. Una prueba evidente de que los cinco días de reflexión de Sánchez fueron sólo un ardid. La pregunta es: si no los ha utilizado para reflexionar, ¿en qué ha empleado Sánchez estos cinco días?
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13. En todo caso, gracias a esa movilización social que ha influido decisivamente en mi reflexión y que vuelvo a agradecer, quiero compartir con todos ustedes lo que finalmente he decidido. De ello he informado previamente al jefe del Estado esta misma mañana. He decidido seguir y seguir con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España.
La «movilización social» de la que habla Sánchez no ha existido. El PSOE apenas logró convocar a 12.500 manifestantes el sábado, todos ellos militantes del partido, y la cifra real se aproxima con toda probabilidad a la mitad. Sánchez no tiene el apoyo del que presume para hacer lo que sea que se disponga a hacer ahora.
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14. Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte. Se lo garantizo. Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades.
En democracia, los «puntos y aparte» los deciden los ciudadanos con su voto en las urnas, no un presidente arrogándose una legitimidad extraparlamentaria y ajena al Parlamento. Esta es probablemente la frase más inquietante de todo su discurso. Sánchez anuncia además una «regeneración democrática pendiente» de la que no da detalles. Las especulaciones son libres. ¿Una nueva Ley Orgánica del Poder Judicial que someta a los jueces al Ejecutivo? ¿Una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal que impida o dificulte el procesamiento de su mujer o la investigación de cualquier caso que le afecte? ¿Una Ley de Prensa que ponga límites a la libertad de prensa y de expresión?
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15. Asumo la decisión de continuar con más fuerza, si cabe, al frente de la Presidencia del Gobierno de España. Solo hay una manera de revertir esta situación: que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo, porque esto no va del destino de un dirigente particular. Eso es lo de menos. Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser.
«Con más fuerza si cabe». Léase como una amenaza, que es lo que es. También habla Sánchez de «revertir» esta situación con una «mayoría social que se movilice como ha hecho estos días». Ni ha existido esa mayoría social ni el presidente ha especificado qué se dispone a revertir, o cómo piensa hacerlo, o en qué sentido lo hará. Sánchez se ha dado, en definitiva, carta blanca a sí mismo y se ha otorgado la legitimidad para iniciar una segunda Transición a la carta. La legitimidad del nuevo Sánchez nace del propio Sánchez, como la del Napoleón emperador.
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16. Y creo que nuestro país necesita hacer esta reflexión colectiva. De hecho, durante estos cinco días ya hemos comenzado a hacerla. Una reflexión colectiva que abra paso a la limpieza, a la regeneración, al juego limpio. Llevamos demasiado tiempo dejando que el fango coloniza impunemente la vida política, la vida pública, contaminados de prácticas tóxicas inimaginables hace apenas unos años.
Sánchez emplaza a los españoles a hacer la misma reflexión que supuestamente ha hecho él para llegar a su misma conclusión: la de que la democracia debe ser enderezada. Por él en persona y en el sentido que le dicten sus intereses.
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17. Apelo, en consecuencia, a la conciencia colectiva de la sociedad española. Una sociedad que, desde el acuerdo generoso, supo sobreponerse a las terribles y profundas heridas del peor de sus pasados. Una sociedad que consiguió vencer de manera ejemplar todos los desafíos democráticos que sufrió, que superó con éxito una pandemia, que pese al difícil contexto geopolítico que sufrimos con guerras en Oriente Medio y en Ucrania, vive un muy buen momento económico y respira paz social.
El «acuerdo generoso» del que habla Sánchez es la antítesis de su obra de gobierno. Sus años en la Moncloa han sido la negación acelerada de todos los pactos democráticos que los españoles acordamos en 1978 para la superación de los conflictos del pasado. Sánchez ha revivido las dos Españas y lo ha hecho por cálculo político. Y la comparecencia de hoy es sólo la guinda de ese pastel.
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18. Una sociedad que asombró al mundo por su aceptación entusiasta de los derechos y las libertades, pasando de ser un país oscuro a un referente internacional de libertades y de democracia, de progreso y de convivencia. Hoy pido a la sociedad española que volvamos a ser ejemplo, inspiración para un mundo convulso y herido. Porque los males que nos aquejan no son ni mucho menos exclusivos de España. Forman parte de un movimiento reaccionario mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación y la falsedad, el odio y la apelación a miedos y amenazas que no se corresponden ni con la ciencia ni con la racionalidad.
Aparece el gran Leviatán: «Un movimiento reaccionario mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación y la falsedad, el odio y la apelación a miedos y amenazas que no se corresponden ni con la ciencia ni con la racionalidad». Una perfecta descripción de su maniobra de los últimos cinco días y el más claro ejemplo de trumpismo que ha vivido la política española en sus 45 años de vida.
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19. Mostremos al mundo cómo se defiende a la democracia. Pongamos fin a este fango de la única manera posible: mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de las siglas y de las ideologías, que yo me comprometo a liderar con firmeza como presidente del Gobierno de España.
Sánchez se compromete a liderar un movimiento de un solo hombre, caudillista y populista cuyo perímetro dibujará él a capricho. Pedro Sánchez dice también que la democracia es él. Y, por tanto, que cualquiera que se oponga a él se opone a la democracia. Lo inquietante es que cualquier medida imaginable que pueda poner en marcha el presidente (la antes mencionada reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial por ejemplo) ya era posible antes de su escenificación teatral, dado que gozaba de la mayoría necesario para ello. Lo que hace pensar que este melodrama tiene como objetivo algo que aún no podemos imaginar. Y eso es especular, sí. Pero haríamos bien los españoles en ponernos en la peor de las posibilidades. Porque con Pedro Sánchez, la peor de las posibilidades es siempre el menor de los males.