Leña al mono

ABC 21/10/16
HERMANN TERTSCH

· El PSOE podría enviar a Podemos a esa marginalidad de la que nunca debió salir

LLEGABA ayer cargada de razón la portada de ABC. La gestora del PSOE –su presidente, Javier Fernández, ya lo había hecho hace semanas con coraje– desenmascara a Podemos como organizador de la agresión violenta a Felipe González y de la campaña de descalificación y hostigamiento contra los socialistas en general. Así es. Los intentos de Pablo Iglesias de secuestrar al PSOE han fracasado con la defenestración de Pedro Sánchez, ese socialista que había interiorizado tanto el mensaje anticonstitucional de sus potenciales socios comunistas que se había convertido en un infiltrado en la cúpula de su propio partido. Los tumultos del 1 de octubre en Ferraz acabaron con aquella grotesca contradicción. Dinamitaron esa alianza de todo lo peor que había fraguado Sánchez en el verano entre chiringuito y playa.

Ahora Podemos se lanza al monte y a la calle. Quiere violencia. Necesita violencia porque el parlamentarismo escandinavo se le ha atragantado. En junio la dirección del proyecto neocomunista de Podemos sufrió su peor revés desde que inició su desembarco con la infiltración y el secuestro del movimiento 15-M gracias a los dineros del régimen chavista de Venezuela. Cuando todos estaban convencidos de que las encuestas estaban en lo cierto y el impulso de la agitación mediática era suficiente para la conquista de la hegemonía de la izquierda, llegó el gran fiasco. El sorpasso tan cacareado y pretendidamente seguro se quedó en el peor gatillazo del macho alfa Pablo Iglesias. El asalto a La Moncloa, que al cierre de colegios a las ocho de la tarde se daba por hecho, quedó en gran cagada. De aquella frustración nacen los sinsabores y las desavenencias, los piques personales, los desacuerdos tácticos y los cismas ideológicos. La magia de Iglesias se ha desvanecido. Su narcisismo incontenible y cada vez más ridículo comienza a aburrir hasta a la parroquia de la ultraizquierda.

El PSOE tiene la oportunidad de desenmascarar, leña al mono, este proyecto totalitario, peligroso, corrupto y ridículo a la vez. Para que la izquierda democrática recupere su espacio político que dejó ocupar por estos hijos totalitarios de Zapatero. Del hombre que, después de generar estos monstruos podemitas y otros enemigos de la convivencia entre españoles, prosigue su caída al pozo más profundo de la vergüenza e iniquidad, ahora fuera de nuestras fronteras. El PSOE hace bien en denunciar la violencia y el encanallamiento de Podemos. Pero debe hacerlo mirando a sus filas. Dos días después de la agresión a Felipe González, el PSOE aún otorga a Podemos el control de las instituciones locales en las principales capitales españolas. Y muchos dirigentes aún prefieren pedir perdón a Podemos que derrotar su miserable discurso. El PSOE debería probar ahora una política con autoestima y de izquierdas dentro del marco de la Constitución y con lealtad a España. Quizás así pudiera empujar a Podemos a las cavernas de la marginalidad violenta. De las que nunca debió salir. Y de las que nunca habría salido sin un PSOE envenenado por Zapatero, sin ayuda foránea totalitaria y sin el apoyo masivo de unas televisiones y un Gobierno del PP carente de toda idea u objetivo que no sea la supervivencia del jefe. La alternativa es muy negra. El PP y el PSOE en crónica debilidad encaran una ofensiva violenta en la calle que sin duda ganará adeptos con el deterioro general de la situación y la urgencia de aplicar unas reformas que el PP de Rajoy ha sido incapaz de hacer hasta hoy. Eso podría darle a Podemos la oportunidad que no merece y que no merece España.