Luis Ventoso-ABC

La respuesta de los socios de Sánchez al discurso del Rey refleja la tropelía que se quiere perpetrar

El Rey Felipe hizo el discurso que tenía que hacer y lo expresó con su habitual tono educado y de apelación a la concordia. Uno de los pasatiempos predilectos de los españoles es echar pestes sobre su país, incapaces de asumir una evidencia: España es una de las naciones donde mejor se vive del mundo, empezando por el clima y los alimentos y acabando por sus servicios sociales, seguridad y alegría de vivir. Así que se agradece que el Rey llamase al optimismo y a creer en las posibilidades del país. Políticamente hizo lo obligado, lo que le va en el cargo, que es defender la Constitución y su cumplimiento. Además se refirió a dos problemas realmente importantes que parecen estar fuera de las prioridades de nuestros políticos: la desigualdad, que sacude especialmente a los jóvenes, víctimas de una epidemia de bajos salarios que a muchos les impide armar familias y tener hijos; y la disrupción tecnológica, que irrumpe llena de riesgos y oportunidades (los países que mejor surfearán la ola serán los que aceleren en serio en educación, apostando por el esfuerzo y no por la igualación a la baja en la que nos están embarcando). Sobre Cataluña, se limitó a expresar su seria «preocupación».

En resumen, un discurso correcto del Rey, acorde a su deber constitucional de neutralidad. De hecho, me quedé pensando que en un mundo ideal me habría encantado una alusión a que no conviene que se intente gobernar España mediante alianzas espurias con partidos que se declaran contrarios a la Constitución y a la propia existencia del país. El artículo 61 de la Carta Magna establece que la misión principal del Jefe del Estado es «guardar y hacer guardar la Constitución», y es evidente que la inaudita alianza de Sánchez con ERC va contra nuestra norma máxima, toda vez que el socio trabaja de manera activa contra ella. Pero resulta comprensible la prudencia del Rey, sobre todo en un momento en que podemos tener un vicepresidente del Gobierno que es beligerante contra la Monarquía y ha declarado que va a por ella.

¿Y qué respuesta han dado los nacionalistas al discurso moderado y de puro sentido común del Rey? Rufián, de ERC, el partido socio de Sánchez, lo tachó displicentemente de «mitin de Vox» e hizo alguna cuchufleta tontolaba. Torrent, de ERC, los aliados de Sánchez, lo despreció reiterando que ellos exigen el indulto de los presos y un referéndum inconstitucional de independencia. El PNV lo rechazó con su habitual soniquete despectivo y perdonavidas. Torra, huelga ya decir cuál fue su valoración… En resumen, la respuesta de los socios de Sánchez al discurso del Jefe del Estado en realidad no deja margen alguno para el cacareado «diálogo dentro de la legalidad». Refleja nítidamente la tropelía que trama el PSOE, partido que se apellida «español» al tiempo que mendiga apoyos a quienes quieren finiquitar España. El bienestar de los españoles es hoy la última preocupación en La Moncloa. Lo único que los desvela es cómo retorcer a la Abogacía del Estado para que salve a Sánchez lisonjeando al preso sedicioso Junqueras.