Tonia Etxarri-El Correo

No todo vale en política, suelen decir nuestros representantes cuando hacen un alarde de dignidad al sentirse agredidos por el adversario de turno. Y debería ser así. Pero ya hemos visto que todo vale no sólo en campaña sino, sobre todo, a la hora de justificar alianzas que unos las consideran tóxicas y otros las blanquean.

Creían en la derecha que la dependencia de Sánchez de los secesionistas catalanes, su blanqueamiento de los socios de ETA al darles un trato de socio privilegiado o la promulgación de leyes tan disparatadas como la del ‘sólo sí es sí’ o la ‘trans’ iba a generar un rechazo social tan amplio que Feijóo iba a poder tocar el cielo con la punta de los dedos. Pero no ha sido así porque buena parte de votantes, especialmente en Cataluña, han preferido desviar su voto hacia el PSOE para castigar a los independentistas. Sin darse cuenta de que el atajo les llevaba al mismo sitio. Porque votar a Sánchez implicaba volver a pactar con los independentistas a los que se les ha querido castigar. Que han perdido 700.000 votos (como los que ha perdido Yolanda Díaz) pero volverán a ser decisivos. Sánchez se ve en puertas de revalidar su presidencia de Gobierno aunque no ha ganado las elecciones. Por eso en la izquierda están con ánimo de celebración. Porque se ven dispuestos a formar gobierno como sea. ¿Qué hay que pactar con quienes quieren separarse de España? ¿Y qué más da? A Patxi López le han votado más que al PNV. Y si la ministra en funciones María Jesús Montero dice que a todas las formaciones políticas con las que están negociando «les une el amor por España», se le aplaude y a otra cosa. O sea, que lejos del hartazgo que parecía tener la gente ante tanta política de tensión y enfrentamiento, les va la marcha.

Puede ser que Pedro Sánchez esté dispuesto a hacer cosas «que nos helarán la sangre llamando a las cosas por los nombres que no son» (como le dijo Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagazaurtundúa, asesinado por ETA, a Patxi López), pero encontrará la forma de darle la vuelta a un pacto vergonzoso, si Puigdemont se aviene. Desde Sumar, impacientes por reeditar el Gobierno, se encargan de buscar a la amnistía que piden los nacionalistas un «arreglo» que pueda encajar en la legalidad. Esas reformas del Código Penal. Ese abuso de los decretos leyes. El conejo está en la chistera.

Dice Félix Bolaños que Feijóo está solo. Una soledad ‘acompañada’ de más de ocho millones de votos. Pero la cuestión está en repetir una idea como si los socialistas hubieran ganado. Feijóo no se da por rendido porque asume su obligación de visibilizar su triunfo electoral y su mayoría absoluta en el Senado a través de la presentación de su candidatura a la investidura. A no ser que Sánchez le diga al Rey que ha conseguido el apoyo del prófugo Puigdemont. «Es imposible cualquier negociación con una persona que ha huido de la Justicia española», protestan históricos del PSOE. ¿Seguro? Eso ocurría antes de Pedro Sánchez.