- Por pura conveniencia partidista, en menos de siete días, ha roto relaciones diplomáticas con dos países y ha forzado públicamente a nuestras multinacionales a hacer un posicionamiento público partidista
España reconocerá a Palestina como Estado. Pedro Sánchez ha tomado personalmente la decisión. No ha consultado ni ha informado a la oposición de un giro en la posición internacional que nos compromete como país y que marca distancias y genera desconfianza entre nuestros socios, la Unión Europea y la OTAN. Ha tomado partida en un guerra. Da la espalda a un aliado, Israel, con todas sus luces y sus sombras, una democracia. Se alinea con una teocracia, Irán, que asesina a sus mujeres, que es la mano que mece la cuna de Hamás. Tendrá consecuencias: Tel Aviv y Washington se mostrarán más precavidos de lo que ya son a la hora de compartir recursos, tecnología y la información que contribuye en gran medida a garantizar nuestra seguridad. No llamen a las puertas del Mossad.
El precio será alto, ya nos han advertido. Pero es el coste que tienen las personalísimas aspiraciones del presidente. Porque, a lo peor, Pedro Sánchez ha anunciado este miércoles en el Congreso una decisión, que es estratégica, no porque crea en ella, sino simplemente para quitarse de encima la presión a la que, desde hace semanas, le someten Sumar o Podemos, a las puertas de unas elecciones europeas. O tal vez para desviar el foco de la conducta, si no delictiva –que el juez dirá–, sí de dudosa ética de su esposa. Al menos, no ha invocado principio alguno. Hemos constatado que no los tiene.
Por pura conveniencia partidista, en menos de siete días, ha roto relaciones diplomáticas con dos países y ha forzado públicamente a nuestras multinacionales a hacer un posicionamiento público partidista, aún en contra de sus legítimos intereses. ¿Qué nos quedará por ver de aquí a la próxima cita con las urnas? El 23-J, el presidente confirmó que la división y la polarización le favorecen. En Cataluña, ha constatado que el drama, aunque sea de telenovela, moviliza a su público, le beneficia. De modo que, por delante, tenemos dos semanas de populismo, movilización y levantamiento de nuevos muros.
Ni los que le rodean son capaces de advertir cuál será la próxima sorpresa. Cuentan que la comunicación interna, en el consejo de ministros, es limitada. Todo es susceptible de cambiar abruptamente de la noche a la mañana. Debe andar con cuidado Begoña. Hoy es honesta, pero mañana… Todo por mantener la vara de mando en el Gobierno y en el Congreso. Después de la última pillada, a Armengol tendría que caérsele la cara de vergüenza. Pero no dimitirá, está mejor aforada.