- «¿Sabes quién determina las penas de confinamiento, la imposición de multas, la inhabilitación de funcionarios o el cierre de los medios de comunicación por incumplir la ley? ¡¡El ministro de Gobernación!! así lo establece el artículo tres. Menos mal que hace casi un siglo nuestro partido supo cómo defender la democracia en aquel faro de libertad y progreso que fue la Segunda República»
«Adelante Félix, iré directamente al grano. Este mes de agosto en Lanzarote, a pesar de que Peinado ha insistido en fastidiarnos las vacaciones, me he sobrepuesto a sus ataques y le he dado una vuelta al compromiso que adquirí ante el Congreso de los Diputados tras la cacería orquestada por la fachosfera contra Begoña y contra mí». Bolaños, mitad contrito mitad pelota, «Tienes razón presidente, ha sido vergonzoso, qué tal estáis, ya sabes que todo el Gobierno y el partido hace piña con vosotros y yo el primero. Tenemos que hacer algo, esto no se puede consentir ¿Qué has pensado?».
«Pues mira, recordarás que tras mi reflexión de aquellos terribles cinco días que no deseo a nadie, anuncié un plan de regeneración democrática para salvar a nuestro país de la deriva iliberal a la que nos quiere llevar la ultraderecha. Cerrar el paso a toda esta gente que pretende llegar al poder esparciendo bulos y cieno es una obligación para nosotros los socialistas. Zapatero lo entendió muy bien cuando aprobó la Ley de Memoria Histórica para que la verdad se abriera paso y nosotros, con acierto y con valentía, completamos el camino emprendido con la Ley de Memoria Democrática. Pues bien, toca cerrar el círculo. El Legislativo no es ya un problema, ahí tenemos los decretos leyes y un Grupo parlamentario compacto dispuesto a echar una mano cuando sea necesario con las proposiciones de ley. Contamos también con las fuerzas de progreso –Bildu, ERC, PNV etc.- sumadas a la batalla para frenar a la ultraderecha. Embridado el Poder Judicial, solo nos queda ocuparnos del cuarto poder.» Bolaños asentía obediente sin adivinar todavía por dónde iría la propuesta, cuando el presidente le hizo la pregunta.
«Félix ¿conoces la Ley de Defensa de la República aprobada en octubre de 1931? Desde luego fueron mentes preclaras las que la redactaron y aprobaron. Fíjate cómo empieza su artículo uno ‘Son actos de agresión a la República y quedan sometidos a la presente ley…’ y a continuación aparece un listado de acciones punibles. Entre ellas se cita expresamente la apología del régimen monárquico y también, atento a la jugada, la difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público».
Bolaños, pese a no conocer el texto, dibujó una sonrisa cómplice. «¿Qué te parece? Pero he dejado lo mejor para el final. ¿Sabes quién determina las penas de confinamiento, la imposición de multas, la inhabilitación de funcionarios o el cierre de los medios de comunicación por incumplir la ley? ¡¡El ministro de Gobernación!! así lo establece el artículo tres. Menos mal que hace casi un siglo nuestro partido supo cómo defender la democracia en aquel faro de libertad y progreso que fue la Segunda República».
«Pues ya tienes trabajo, Félix, repasa la ley, son solo seis artículos, y aprovecha lo que puedas, que será casi todo. Como homenaje a aquellos valientes al proyecto lo denominaremos Ley de Defensa de la Democracia. Cuando tengas el borrador me lo haces llegar. Obviamente la ultraderecha dirá lo de siempre, que pretendemos acabar con la alternativa, que si soy un autócrata, que si Venezuela, que si… ¡Zarandajas! Hablas con Cándido y que vaya aleccionando al ponente que resolverá el recurso que presentará la caverna. Con esta ley te aseguro que de aquí no nos echa nadie, y menos mal porque ese día se acabó la democracia».
En el momento actual una conversación parecida puede estar teniendo lugar. Algo estarán tramando para que en España la libertad sea artículo de lujo. No obstante, la historia nos recuerda que a pesar de los efectos de aquella vergonzosa ley que cerró periódicos, multó a los críticos, inhabilitó a funcionarios y encarceló a los disidentes, la derecha consiguió llegar al Gobierno en noviembre de 1933. Después vino el golpe socialista de octubre de 1934, pero esa es ya otra historia. Ojalá que los españoles despertemos de una vez para que la conversación que acabo de inventar sea tan solo eso, ficción.
- Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco