ABC – 06/04/15
· El yihadismo avanza en países con los que España no coopera en materia antiterrorista como con Marruecos.
· Modelo Madrid-Rabat Los atentados en España y Marruecos les han llevado a desarrollar un modelo de colaboración antiterrorista.
España comprueba con preocupación la expansión del grupo terrorista Estado Islámico (EI) en Libia y la inestabilidad en Túnez, en la orilla sur del Mediterráneo. El Gobierno de Mariano Rajoy está lejos de tener en esos países el mismo nivel de colaboración en la lucha contra el yihadismo que hay con Marruecos. Se trata de un nuevo frente sobre el que, además, la UE debate mientras la seguridad se debilita a diario. Hasta 21 cristianos coptos egipcios fueron decapitados el pasado febrero en una playa libia mientras los verdugos apuntaban sus cuchillos ensangrentados al Viejo Continente. El 18 de marzo los terroristas golpearon en la capital tunecina dejando otros 21 muertos, la mayoría extranjeros, entre ellos dos españoles.
Aunque esté mal decirlo, especialmente por respeto a la memoria de sus miles de víctimas, habrá quien eche de menos la dictadura de Muamar Gadafi después de comprobar la anárquica espiral de violencia que ha absorbido al país magrebí solo cuatro años después de la revolución que derrocó al sátrapa. Los bombardeos de la OTAN ayudaron a ello de manera fundamental. Pero esos aviones dejaron de atacar y esas guerrillas opositoras siguieron armándose, cada una con sus intereses regionales, étnicos y tribales, económicos y hasta religiosos. Efectivamente, anarquía a golpe de kalashnikov.
En ese ambiente, la creación de unas nuevas Fuerzas Armadas no ha sido nunca ni un espejismo y bajo dos gobiernos rivales entre sí Libia es hoy un verdadero cúmulo de reinos de taifas. La tarea del diplomático español Bernardino León como enviado de la ONU no es fácil, aunque bajo su paraguas representantes de ambos Parlamentos han tratado de acercar posiciones en Marruecos en un intento de facilitar un gobierno de unidad.
Ese caos libio ha sido el caldo de cultivo ideal para que la expansión del grupo terrorista Estado Islámico encontrara fácil acomodo entre grupos yihadistas locales. Así establecieron una especie de delegación del califato de Siria e Irak en Derna, en el este del país, aunque tienen también subdelegaciones en regiones como Sirte, cuna de Gadafi. El EI asestó en febrero su golpe más duro en Libia: la decapitación de cristianos egipcios, grabada en vídeo a la orilla del mar en una macabra producción similar a las realizadas por sus colegas en Irak y Siria con otros de sus rehenes. Los terroristas se atrevieron también a atacar en la capital, Trípoli, un lujoso hotel frecuentado por diplomáticos y extranjeros. Y el goteo de ataques no cesa.
Libia acoge, además, según un portavoz del ejército, un gran campamento en el que se asientan y forman entre 3.000 y 4.000 yihadistas a 45 kilómetros de la frontera con Túnez. Muchos de los combatientes, según esa misma fuente, son tunecinos, que también son los más numerosos entre los miles de extranjeros que se han unido a las huestes del califato que lidera Abubakar al Bagdadi. Las autoridades de Túnez elevan hasta a 3.000 los que han viajado al frente de Siria e Irak, la mayoría enrolados en las filas del EI. Y calculan que medio millar han regresado ya a su país.
Lucha Al Qaida-EI
El ataque terrorista que costó la vida el 18 de marzo a 20 turistas extranjeros y un tunecino fue llevado a cabo por terroristas tunecinos formados en Libia, según el Ministerio del Interior. Al menos así fue en el caso de los dos abatidos por las Fuerzas de Seguridad.
La reivindicación de ese atentado por EI supondría su primera aparición oficial en Túnez. Pero la célula que organizó el atentado es la brigada Oqba Ibn Nefaa, del entorno de Ansar Sharía, grupo nacido en 2011 tras el derrocamiento de Ben Alí que se mantiene fiel a Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI). El Gobierno de Túnez, que ha llevado a cabo estos días decenas de detenciones y matado entre otros al jefe de la brigada, niega por tanto la autoría de EI. La lucha entre ambos grupos terroristas fue esgrimida en Túnez por el Ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, durante una manifestación contra el terrorismo el 29 de marzo.
Los atentados de 2004 en Madrid, en los que jugaron un papel importante terroristas marroquíes, sirvieron para que España y Marruecos tendieran nuevos puentes en la colaboración bilateral. El reino vecino ya había sufrido graves ataques en 2003, 2007 y 2011. La evolución del terrorismo y la cercanía de dos países con frontera en Ceuta y Melilla han obligado a estrechar esa colaboración hasta extremos nunca alcanzados, según reconocen a ABC fuentes policiales que trabajan en ambos países en la lucha contra el yihadismo.
ABC – 06/04/15