TEODORO LEÓN GROSS, EL CORREO – 16/07/14
· Ayer se constituyó la plataforma Libres e Iguales, con un manifiesto y una ‘Fotografía de grupo con Parlamento detrás’. O permítame el lector hacer algo por primera vez aquí: usar la primera persona. Ayer estrenamos en el Parlamento, con Vargas Llosa, Savater, Azúa y un puñado de ciudadanos, la iniciativa de Libres e Iguales. Es la hora de la primera persona, asumiendo un compromiso cívico ante lo que sucede en Cataluña, ya en la cuenta atrás delirante del 9.XI. La impasibilidad colectiva ante la amenaza no parece equiparable a la flema británica de tomar el té en mitad de un bombardeo, sino un abismo de narcotización moral.
Quedan 117 días, la clase política está en fuera de juego y la resignación no es una opción. Ayer hacía 38 grados y algunos llegamos tras un largo viaje, sin duda no era el mejor plan para un 15 de julio, pero era suficiente estímulo recordar a Basta Ya dando la cara en Euskadi, ya hubiera nevadas o encapuchados, contra el terror.
En Cataluña se escenifica una derrota recurrente en la modernidad: la ‘nación identitaria’ sobre la ‘nación de la ciudadanía’. O el ‘Volkgeist’ sobre la Carta de Derechos. El fundamento del nacionalismo ha sido el mayor motor de destrucción en los últimos siglos. Lo asombroso es que Cataluña ha logrado promover el discurso victimista de ‘los oprimidos’. De traca. Ya sería una paradoja que los oprimidos sean más ricos que los opresores; que solo se pueda estudiar en la lengua de los oprimidos, y esté proscrita, aun siendo mayoritaria, la lengua de los opresores; que las reglas del juego estén dictadas por los oprimidos… Es una farsa, pero no se detiene y toca elevar la voz para decir que ‘el Rey va desnudo’. Mas se puede disfrazar de Luther King, pero como la mona con el traje de seda, Mas se queda.
Claro que el plan ha sido minuciosamente desplegado durante décadas –ahí está el libro de terror ‘Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña 1979-2006’– y la huella de esa ingeniería social, desde la escuela a los medios, es profunda. De celebrar la convocatoria contra la ley y la razón, podría no haber vuelta atrás.
La clase política ha fallado, una vez más. El precio es España pero todos han claudicado, más o menos, ante el nacionalismo con su falsa aureola progresista. Ahí tienen una pregunta pertinente: ¿Que Stalin fuera antifascista, y lo era, lo volvía demócrata? Eso sucede con el nacionalismo tras el franquismo; pero la izquierda ha sido cómplice habitual, asumiendo la tesis del victimismo a simple vista irreal, contraviniendo los principios republicanos elementales de la Libertad y la Igualdad, incluso, de su propio ADN, Unidad.
La derecha ha preferido actuar de perfil y ya no vale. Sí, es mucho creer que esa imagen de ayer ante un Parlamento con esclerosis moral frente al secesionismo vaya a ser un aldabonazo. Pero resignarse no es una opción; solo cobardía moral.
TEODORO LEÓN GROSS, EL CORREO – 16/07/14