Isabel San Sebastián-ABC

  • En estos tiempos de demolición nacional, las novelas históricas y el ensayo desempeñan un papel crucial en la batalla cultural

Decía Jorge Luis Borges que uno no es lo que es por lo que ha escrito, sino por lo que ha leído. Una apreciación que dice mucho de las lecturas imputables a buena parte de nuestros dirigentes. ¿Qué puede esperarse de un presidente que plagia su tesis doctoral y, una vez pillado in fraganti, actúa como si nada hubiera sucedido? Este vergonzoso episodio, denunciado en las páginas de ABC, demuestra el nulo respeto que inspiran a Sánchez la titulación académica y la propiedad intelectual.

Hoy se celebra en toda España el día del Libro, llamado a reivindicar la importancia de esos objetos preciosos, custodios de infinitos saberes. Hoy saldrán a la calle las librerías y propiciarán encuentros entre autores y lectores, con el empeño de fomentar el saludable hábito de sumergirse en las páginas de un libro en busca de evasión, aprendizaje, emoción, contraste de opiniones, argumentos para la formación de un criterio propio, aventura, libertad. Porque eso en definitiva son los libros: pequeñas fuentes de libertad inasequibles a la manipulación insidiosa que sufren otras herramientas de comunicación. Fortalezas inexpugnables donde cada razón halla cobijo, sin otra amenaza que la derivada de confrontarse con sus pares. Reductos de pluralismo que ningún poder ha sido capaz de subyugar, por mucho que casi todos lo hayan intentado. A lo largo de la historia no ha habido tirano, fanático, sectario o integrista que no condenara a la hoguera los manuscritos contrarios a su visión reduccionista del mundo, sin conseguir calcinar el ansia de trascendencia que habita en el alma humana y se plasma desde antiguo en arcilla, vitela, papel o pantalla. Sea cual sea su formato, los libros constituyen la última frontera del raciocinio. El fruto de esa capacidad creativa que nos permite imaginar lo que no existe y nos distingue de cualquier otra criatura, convirtiéndonos en sapiens. El triunfo de la luz sobre las tinieblas del pensamiento único.

En estos tiempos de demolición nacional, los libros adquieren además un papel crucial en la batalla cultural, como salvaguardas del legado común que el Gobierno y sus socios pretenden borrar de un plumazo. Cuando la historia de España anterior a 1812 desaparece del Bachillerato, cuando nuestro idioma común, el español de Cervantes, pierde su condición de lengua vehicular en la enseñanza, las novelas históricas, la poesía y el ensayo cobran una importancia singular, al asumir la doble responsabilidad de cumplir una función pedagógica más necesaria que nunca, sin por ello perder su carácter lúdico irrenunciable. Libros como arcas de Noé depositarias de un patrimonio impagable. Libros al rescate de lo que fuimos y podemos ser.

Los escritores no tenemos subvenciones ni las queremos. En contrapartida, tampoco ha hallado nadie el modo de echarnos de las librerías. Porque decir libro es decir magia, pero sobre todo es gritar libertad.