EL PAÍS 28/06/16
EDITORIAL
· El PSOE debe facilitar la gobernabilidad y reconstruirse para ser alternativa
Aunque aliviado por haber evitado el sorpasso planteado desde Unidos Podemos, el Partido Socialista se enfrenta a la dura realidad de haber obtenido un resultado aún peor que el del 20 de diciembre, que ya fue el peor de su historia. Los 85 escaños logrados alejan al PSOE de cualquier opción de gobierno.
Parece existir un grado de acuerdo elevado en el PSOE sobre el rechazo a la gran coalición en la que insiste Mariano Rajoy. Dicho rechazo tiene sentido, pues debe conservar su perfil como principal partido de oposición y alternativa al PP. A falta de un pronunciamiento de Pedro Sánchez, otros dirigentes socialistas ya han dado por hecho que su partido debe irse a la oposición. Sin embargo, hay menos coincidencia en si debe abstenerse para permitir el Gobierno del PP. Se ha fijado la reunión del comité federal del 9 de julio, dentro de 11 días, como plazo para decidirlo. Los socialistas tienen que salir de esa reunión con una decisión clara y contundente.
España necesita poner fin a siete meses de parálisis política. Reeditar el pacto PSOE-Ciudadanos de la anterior legislatura, que cuenta ahora con menos escaños que en marzo, ya no es posible. Por tanto, solo le queda abstenerse y, en la medida de lo posible, sacar el mayor rendimiento posible de esa abstención. Entendemos que no es un trámite gustoso, pero un partido que ha sufrido semejante revés electoral no puede esperar que sus decisiones, a estas alturas, sean sencillas. Por lo demás, la función del PSOE no es impedir que gobierne el PP, sino ser su alternativa.
El valor del PSOE como llave de la gobernabilidad dependerá en parte de la actitud que adopte Ciudadanos, puesto que un pacto de los centristas con el PP se acercaría a la mayoría absoluta en escaños. Albert Rivera se ha apresurado a indicar que su apoyo no es necesario, desde el supuesto de que el PSOE se lo va a prestar al PP. Sin embargo, el portavoz socialista, Antonio Hernando, ha añadido confusión al sostener que el PP debe apoyarse en sus “afines ideológicos”: una extraña referencia a Ciudadanos teniendo en cuenta el pacto que él mismo cerró con esa formación hace pocas semanas.
Sea cual sea la fórmula, Pedro Sánchez no puede responder a la llamada de Mariano Rajoy con la displicencia utilizada tras el 20-D. Sánchez tiene aún la oportunidad de conducir esta fase, pero ha de hacerlo pensando sobre todo en los intereses generales de la nación y, en segundo lugar, en los más particulares de su propio partido, sin permitir que otras consideraciones relativas a las disputas internas por el liderazgo le impidan tomar la decisión correcta. En momentos así, es mejor ponerse al frente con claridad y firmeza que regatear para conservar el cargo.