Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 29/2/12
A ETA le podría resultar más fácil abandonar las armas que hacer autocrítica
Puede parecer una paradoja, pero es probable que a ETA le resulte más fácil abandonar las armas que hacer una autocrítica por el empleo del terrorismo durante casi medio siglo. El documento presentado por la izquierda abertzale el domingo pasado en el Kursaal es un ejemplo. La antigua Batasuna se niega a reconocer ninguna responsabilidad política propia en la violencia que ha asolado el País Vasco. Como si ellos nunca hubieran estado allí jaleando y ayudando a ETA.
Las armas lo han sido todo para ETA y su entorno, y su identidad política se ha forjado en torno al empleo de la violencia. No han sido sus objetivos independentistas, ni su pretendida orientación de izquierda lo que los ha definido, sino las armas, la violencia. Los atentados eran lo que le daba fuerza y moral, de manera individual y como colectivo, y los fracasos a la hora de atacar, junto con los golpes policiales, los desmoralizaban.
«Estoy contento, ya que hoy me he enterado de las dos acciones que habéis realizado en Lakuntza y Vitoria, y eso me levanta la moral», escribía un etarra desde la cárcel. En la actualidad, la gran mayoría de los reclusos rechaza abiertamente la posibilidad de que se les reclame solicitar perdón por los crímenes cometidos o reconocer las víctimas causadas. Algunos, todo lo más, aceptan que eso se haga, con matices, de forma colectiva, pero en general la disposición es de rechazo contundente.
Creen que tener que hacer autocrítica por su acciones dentro de ETA les haría perder su identidad y echaría por tierra el sentido de su militancia en el seno de la organización terrorista.
La propia banda, en una circular enviada a los reclusos a finales del pasado año, les prohibía pedir perdón, así como «el arrepentimiento político», porque se creaban «grietas» en el colectivo.
La declaración de la antigua Batasuna, además de no reconocer la parte de responsabilidad que ha tenido en la persistencia del terrorismo, omite pedirle a ETA cualquier pronunciamiento en ese sentido. Están dispuestos a reconocer que los tiros hacían daño y provocaban víctimas, pero no admiten la ilegitimidad de esas acciones. Es más, la declaración del Kursaal incluye una justificación explícita de la violencia pasada al presentarla como respuesta a las injusticias provocadas por Francia y España. Dicen que el perdón es un concepto cristiano, pero se equivocan. Es un concepto legal (artículo 90 del Código Penal) que se exige para que los terroristas presos puedan acceder a la libertad condicional anticipada.
La representación ofrecida por la izquierda abertzale refleja el límite de hasta donde están dispuestos a llegar. No hay autocrítica por el pasado y para impulsar nuevos movimientos hay que negociar, con ETA, por un lado, y con la propia izquierda abertzale, por otro. Se han enrocado y creen que pueden forzar a moverse a los estados por la mera persistencia de la banda terrorista, que por sí misma constituye un factor de amenaza potencial, y la presión de los diferentes grupos internacionales que han puesto en marcha.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 29/2/12